Bitácora de viaje de un Keronyano.

Chaneke verde

Saludos. Como estamos en abril, mes del niño, emblema de las nuevas generaciones que se supone habrán de salvar éste mundo, dedicaré mis líneas de este mes a ellos, por eso hoy les voy a contar un breve cuento.

“Ydá 55 Smé 31, ryea 9649”. Así comenzaba siempre su bitácora de viaje Apjá, mencionando, lo que sería el equivalente a día, mes y año de su misión. Él era un joven keronyano del sector gamma de la galaxia NGC224. Cruzaba el espacio en su nave, acompañado del capitán Ejud, como parte de las exploraciones previas a la Lactómeda, la fusión de la galaxia de Andrómeda con la Vía Láctea. Evento que, según los científicos humanos de nuestro presente, tardaría cinco mil 860 millones de años en suceder, pero que debido a causas desconocidas, estaba por ocurrir en el año que los humanos hubieran llamado 2300 d. C.

Era un momento crucial en ambas galaxias, millones de planetas serían absorbidos por la colisión, no todos los reinos planetarios sobrevivirían, pero los keronyanos, eran una especie muy superior que, gracias a su tecnología, no sufrirían daños ni pérdidas, por el contrario, serían la especie dominante. Es por eso que invertían su tiempo en explorar lo que serían sus nuevos dominios, coleccionando especímenes de los planetas que investigaban.

Apjá se aburría demasiado cruzando la galaxia, era demasiado tiempo perdido haciendo prácticamente nada. Había visitado otros planetas, encontrando de vez en cuando a alguien interesante o alguna belleza de otra especie distinta a la suya, por ejemplo, en Aacoancs conoció a la que creyó el amor de su vida; le conquistaron sus azules arapenyies (algo así como ojos) y sus 7 cisyés (colas). De no ser porque en ese lugar, las novias tienen la costumbre de comerse a sus novios el día de la boda, la cosa hubiera funcionado.

Habían visto planetas que serían maravillosos para habitar, como Ewif, pero los ewifianos eran horribles seres gelatinosos, sin una forma definida que no solo olían mal, sino que babeaban al hablar, bueno, al comunicarse.

Fue entonces cuando Apjá vio de cerca un planeta azul grisáceo que nunca había visto, observó a través del telescopio de la nave para analizar la superficie y grande fue su sorpresa al ver que nada se movía en él, bueno, casi nada, había una que otra alimaña arrastrándose, pero no parecía haber vida inteligente en él.

  • Capitán Ejud, ¿qué es ese planeta que se ve ahí, a las 3000 kians? (o sea a la derecha) ¿cómo se llama?
  • Se llama Tierra, hace tiempo que lo recorrimos, tiene especies curiosas, muy bellas, la mayoría de las que quedan viven en las grandes manchas azules que cubren gran parte del planeta, flotan en agua. Cuando yo era joven, estaba habitado por seres inteligentes, antes de que los marcianos se apoderaran de él.
  • ¿Y qué les pasó, capitán?
  • Los marcianos lo habitaron por un tiempo, luego se fueron a buscar nuevos lugares.
  • No, yo pregunto por esos seres inteligentes que vivían ahí, ¿Qué les pasó, se extinguieron?
  • No, mi hermana tiene uno como mascota, son curiosos esos seres, algo inteligentes; con ayuda del traductor universal de idiomas intergalácticos, podemos entender lo que dicen. Pueden cantar, bailar, escribir poemas, incluso, han logrado entender algunos procesos básicos de ingeniería intergaláctica. Cuando exploramos este planeta, ya quedaban muy pocos, según los marcianos, fue fácil derrotarlos, puesto que estaban débiles y enfermos. Por poco se extinguen, pero se reproducen fácil en cautiverio, y son adaptables a múltiples ambientes, lo malo es que necesitan agua y oxígeno, muy escasos en el Universo.
  • ¿Y qué le pasó a su planeta, se quedó sin agua o sin oxígeno?
  • No se acabó, pero dejó de estar disponible para el consumo humano.
  • ¿Acaso ocurrió algún desajuste en su planeta?
  • Según los propios humanos, sus ancestros llamaron a ese desajuste “cambio climático” y fue producido por ellos mismos.
  • ¿Cómo es eso posible, como le hicieron para acabar con su planeta?
  • Creyeron que el dinero, como ellos lo llamaban, algo así como un crédito intergaláctico, era un recurso; así que gastaron todos sus recursos para tener más dinero. Se olvidaron de cuidar a las otras especies que mantenían en equilibrio su planeta y fue una catástrofe.
  • Pobres. ¿Qué no sabían que el carbono, oxígeno y agua son bien pagados en toda la galaxia?
  • Pues, ni siquiera sabían que existíamos, acabaron con todo antes de que considerásemos una alianza comercial con ellos. Creían que estaban solos en el Universo y que algún día lo dominarían. ¡Ilusos! Además los marcianos llegaron antes y sacaron ventaja.
  • ¿Pues no se supone que son inteligentes?
  • Lo son, pero son ambiciosos, siempre quieren más poder; también son muy egoístas, solo les interesa sobrevivir a costa de lo que sea. Si algún día tienes un humano como mascota, no le des oportunidad de controlar nada, seguro lo echará a perder. Para cuando descubrieron que su planeta era muy valioso, ya era tarde; ahora que será nuestro, nos aportará grandes cantidades de carbono para vender, mucho de eso sigue flotando en su atmósfera. Con unas cuantas adaptaciones, será un hermoso lugar para que los enamorados vengan a pasear. Para que traigas a esa novia Aacoaniana tuya.
  • Ya no es mi novia, digamos que la cosa no funcionó, capitán. – dijo Apjá apenado, buscando dónde esconder la cabeza.
  • Seguro te dijeron que te comería en la noche de bodas, pero no te dijeron lo que pasa cuando una Aacoaniana te come. Cuando una de ellas te come, obtiene de ti tu material genético para darte hijos y con ese mismo material, te replica con tu misma consciencia; es como si hubieras despertado de un mal sueño y nada más. Duele un poco, sí, pero no mueres realmente.
  • No capitán, nadie me dijo…

Y como dirían los abuelos, colorín colorado, este cuento se ha acabado.

Chenekeverdepachuca@gmail.com