Juventino Rosas, la lucha por un sueño

Cuenta la leyenda que cuando se escuchaba el vals “Sobre las olas” en los salones aristocráticos de Europa y en las reuniones sociales ricas de México, a finales del siglo XIX, además de deleitarse con esta pieza, muchos de los concurrentes atribuían su composición al músico vienés Johann Strauss. 

Incrédulos y sorprendidos a la vez, tenían que convencerse y aceptar que esa maravillosa composición, uno de los valses más escuchados de la época, había sido compuesto por el compositor guanajuatense de origen autóctono y humilde, José Juventino Policarpo Rosas Cadenas, mejor conocido como: Juventino Rosas.

Autor de más de 90 obras durante el corto periodo de su vida que dedicó a la composición (seis o siete años), Juventino Rosas compuso de manera prácticamente autodidacta, ya que su permanencia en el Conservatorio Nacional de Música, donde ingresó en 1885 para estudiar violín, solfeo y teoría musical, fue por breve tiempo. En 1886-87 dejó la escuela, volvió en 1888 pero al poco tiempo abandonó de nuevo los estudios y ya no regresó. De este conjunto de composiciones, se conocen por nombre alrededor de 50, pero sólo hay 32 partituras.

Juventino Rosas podría considerarse el primer mexicano que logró con su música el reconocimiento internacional. En el extranjero se hicieron numerosas ediciones, no sólo de “Sobre las olas”, sino de unas 40 piezas, según consta en archivos musicales de Austria, Estados Unidos y Francia. Durante los 50 años posteriores a su muerte, fue el mexicano más grabado en el mundo.

El genio musical de Juventino Rosas para la composición pronto se hizo presente, dando lugar a varias creaciones. El vals se había impuesto en México durante el Imperio de Maximiliano y tuvo su auge en el Porfiriato. Muchos músicos mexicanos componían valses, pero el más exitoso de ellos fue, sin duda, “sobre las olas”.

Su talento musical sorprendió al mismo Porfirio Díaz cuando participó en el festival organizado por el Teatro Nacional, el 5 de mayo de 1887, para conmemorar la batalla de Puebla. Respecto al origen del famoso vals Sobre las olas, existen varias versiones sobre dónde y cómo surgió. 

Unas señalan que lo escribió en la población de Tláhuac, en la Ciudad de México, donde vivió un tiempo al huir de la leva militar, y su primer nombre fue “Junto al arroyo‟. Otra versión refiere que al desertar de una banda musical, tuvo que esconderse en la casa de su amigo Pepe Reina, que vivía en el pueblo de Contreras.

Una mañana, después de una noche de fiesta, se fue al manantial de La Magdalena y estando en el agua, le vino de pronto una melodía que empezó a tararear. Salió del agua y extrajo de su saco un pequeño libro en el que escribió apresuradamente los primeros apuntes de la pieza. Al regresar a la casa, pidió quedarse solo y empezó a escribir el vals Sobre las olas.

Con ese nombre fue publicado por los editores Wagner y Levien Sucs, quienes pagaron a Juventino Rosas cuarenta y cinco pesos por los derechos de reproducción de dicho vals y del schotis Lazos de Amor. Desafortunadamente, el autor vendía la propiedad intelectual y los derechos de reproducción de sus piezas por muy poco dinero, debido a la difícil situación económica en la que se encontraba. 

No obstante, la fama alcanzada a los 23 años fue un estímulo para seguir componiendo. En 1893 creó el vals “Carmen”, que obsequió a la esposa de Porfirio Díaz, Carmen Romero Rubio de Díaz, quien agradecida, regaló al músico un hermoso piano de cola de manufactura alemana. A partir de entonces, dicha pieza se interpretó numerosas veces en tertulias públicas y privadas, y en festivales dentro y fuera del país. Sobre todo, nunca faltó en los actos efectuados en honor de la señora Carmen Romero Rubio de Díaz, donde era un himno que los mexicanos escuchaban con deleite. 

Juventino Rosas tendría sólo 26 años cuando murió un 9 de julio de 1894 en Batabanó, Cuba, cerca de La Habana, a causa de una enfermedad hepática. Fue sepultado en la isla caribeña, su lápida tiene la siguiente inscripción: “La tierra cubana sabrá conservar su sueño”.

Porque, ¡no es chisme!…Es historia.