Ante un ambiente político adverso a su candidatura Marcelo Ebrard patalea y se queja, cuando él impuso algunas de las reglas en la contienda. Pero no respeta ninguna.

El excanciller provoca una división en el movimiento tratando de chantajear para para obtener canonjías, prebendas o puestos superiores. 

Sabedor de que él es el perdedor, por adelantado, pues las encuestas no le favorecen. Ni las simpatías mayoritarias de la gente están con él. Sólo hay que ver el número de asistentes a las reuniones convocadas por cada uno de los asistentes, podemos ver que es el más fifí de los morenistas, amante de los lujos y la buena vida. 

Se queja de un sinfín de cosas que suceden en las campañas, atacando incluso al presidente López Obrador, de manipular a los siervos de la nación, empleados de la Secretaría de bienestar en favor de Claudia Sheinbaum. 

Se quejaba de las bardas, los espectaculares, ahora de los supuestos acarreos. 

Se olvida que él fue el primero en violar las reglas establecidas por su partido para esta contienda, así como las líneas trazadas desde el ejecutivo. 

El presidente les pidió evitar reuniones con los medios de comunicación enemigos o adversos a su gobierno. Pero Marcelo después de renunciar salió corriendo a entrevistarse con López Dóriga contraviniendo las peticiones de López Obrador, 

Ha presentado propuestas de gobierno, mismas que debió presentar ante su jefe cuando estaba en el gobierno. Además, era acuerdo firmado en las reglas del partido guinda, de no presentar propuestas nuevas, eso correspondería hacerlo ya en una campaña presidencial.

También lo violó, presentando una propuesta de seguridad llamada “ángel” y el “pasaporte violeta” para proteger supuestamente de manera económica a las mujeres.

Desesperado al verse abajo ante la popularidad de Sheinbaum, Noroña y Adán Augusto, está intentando desacreditar y hasta deshabilitar a los punteros.

Todo esto ya se veía venir conociendo la historia, la personalidad y el interés de el excanciller que se olvidó del ejemplo de su exjefe y líder Manuel Camacho, quien cuando supo que no era el elegido por Salinas para sucederlo le preguntó: “porqué no fui yo” y Carlos Salinas le respondió “porque tú te reunías con mis enemigos”. 

Es el mismo caso. Pero no está en su ADN la lealtad, sino la ambición a la popularidad y al poder. 

Sus acciones pueden producir un sisma al interior del partido guinda que puede impedir las metas del plan “C”. Pero eso no le importa.  

Debe estar consciente que sin el apoyo de Andrés Manuel López Obrador no es nada, ni pasándose al MC o al amasijo de colores, partidos e ideologías, que no sirven al pueblo, si no a los potentados oligarcas, tampoco podrá alcanzar su ambición. Será mejor alinearse, negociar, ayudar a conseguir las metas necesarias para seguir en el camino del cambio y esperar mejores tiempos.