He considerado de manera continua que lo hecho en materia ambiental en el estado de Hidalgo, ha sido insuficiente. Tan insuficiente que los problemas a los que se enfrenta la entidad, se han ido agravando con el pasar de los años.
Cada pequeño problema, cada crisis que se trata de manera aislada es un granito de arena que se abona al abandono y a la incapacidad para gestionar los temas ambientales en favor del bienestar de las personas, al menos ese debería ser el fin final de las políticas ambientales construidas en el estado.
Por otro lado, Hidalgo no cuenta con una verdadera reducción de la pobreza, está ha crecido en los últimos años, en parte por las decisiones del gobierno federal y en parte por la imposibilidad real de la entidad de contar con recursos propios para combatirla, de hecho, ni siquiera cuenta con la verdadera voluntad de combatirla.
La pobreza se convierte en el peor tropiezo de la sociedad, si partimos de entender que la sociedad en el ámbito económico, no solo es responsabilidad del gobierno, también de la sociedad, por considerar que la pobreza no es un problema sino la expresión del fracaso de la persona.
El Instituto Interamericano de Derechos Humanos dice que, “la pobreza no es solo una cuestión de privaciones materiales, sino que es un fenómeno vinculado a la reducción de las capacidades para llevar una vida que todos consideramos deseable, expresándose su multidimensionalidad en la pobreza física, la pobreza social, la capacidad reducida a gozar las libertades, el trauma acumulado y, por supuesto, la pobreza económica”.
Esta es la realidad a la que se enfrenta la entidad, devastación ambiental, pobreza y por si fuera poco, una visión reduccionista del crecimiento, fincada en la exclusiva atracción de capitales de inversión, como mejor forma de promover el crecimiento económico y el desarrollo social.
Visión que, sin lugar a dudas, choca con la otra, la de promoción del desarrollo científico y tecnológico. La que, por cierto, aun no cristaliza un solo proyecto.
He considerado que durante décadas que la administración pública del estado no ha sido eficiente, que no ha logrado aprehender la compleja realidad del estado, ni ha construido los escenarios correctos para enfrentar la diversidad de problemas a los que nos enfrentamos, el más grave de ellos, la dependencia casi anacrónica de los recursos de la federación.
Por ello considero que interpretar lo inmediato, reconocer el aquí y ahora, no basta, no es suficiente. Se requiere una visión de largo plazo, una visión que rompa los estándares de la administración anquilosada del cortoplacismo sexenal y se vaya más lejos, porque más lejos está la visión de bienestar real que la gente demanda.
Superar esa práctica, es uno de los grandes retos de la administración que llega, reto que, de lograrse, apuntará hacia la modificación de la realidad del estado, de lo contrario será una más, igual que aquellas que le anteceden, igual o peor.
Insisto, lo inmediato, lo de rápido, no resuelve el atraso en el que se encuentra sumido el estado de Hidalgo, los polos económicos existentes en la entidad, no son, bajo ninguna circunstancia, polos de desarrollo, no reúnen esas características, no lo son y corren el riesgo de no serlo jamás.