El Grinch contra la navidad.  

chaneke verde

Todos en VILLA QUIEN adoran la Navidad, cada uno adorna sus casas con mucho, pero mucho papel, principalmente con rojo y obviamente, verde. Todos los QUIEN, menos uno, el verde y amargado Grinch.  

El Grinch vive en lo alto de una gran montaña, más alta que el cerro de la silla, lo más lejos de villa-quien que pudo estar. Diario se pone su desodorante de pinacate muerto y se cepilla los dientes con su pasta de gusanos. Tan solo esta acompañado por Max, su perro, con el cual se queja de los y las quienes así: 

-¡Arg, éstos QUIEN, como tengo ganas de lanzar su Navidad al espacio! La última vez que les hice algo horrible fue la vez del trineo, ¿Te acuerdas, Max? No, obvio no, eres sólo un tonto perro, Arg. 

Diario, sin falta, el Grinch se quejaba de esta manera, pero un día, algo distinto le dió una nueva idea para arruinar la Navidad: 

Era un día común en VILLA-QUIEN. Empezaron cantando villancicos a primera hora de la mañana aquel día 24 de Diciembre. El Grinch estaba tapándose los oídos mientras, sin darse cuenta, pisaba la cola del pobre perro, que no pudo evitar aullar de dolor lo más fuerte que podía. Los QUIEN cantaron sin descansar. Ésto fue una de las peores torturas que el pobre Grinch había vivido, pues no encontró la forma de aislar aquel horrible ruido. 

-Argh ¡Max!- dijo con su voz llenísima de odio- ¿Tienes un plan? No, obvio no, eres solo un animal- 

Pensó durante horas.  Mientras su cabeza giraba a la velocidad del sonido, se seguía quejando: 

-¡Estos QUIEN contaminan tanto! -marcó la “n” de “tanto” y salió de su fría y oscura guarida para salir al acostumbrado frío invernal y gritar en dirección a las casas de VILLA-QUIEN-¡son unos idiotaaaaas! 

El Grinch veía con furia, como unas cajas de cartón, llamadas regalos terminaban en el basurero situado a las faldas de su montaña, luego de haber sido usados solo día.  Ésos papeles que usaban para decorar, también terminaban en ése basurero; aquellas series navideñas de plástico, cuando sus pilas se agotaban y quedaban inservibles también terminaban allí, después de brillar por un par de añitos. Y ni hablar del maldito pino, sus trastes, sus botitas de chimenea y sus regalos. Se dió cuenta de que repitió la misma palabra (Basurero) varias veces y soltó un alarido que sin lugar a dudas despertó al más sordo de los QUIEN. 

De pronto una idea le pasó por la mente; era una idea terrible, horrible y macabra, pero muy graciosa para su villanesca mente maestra, tanto que se rió por un largo rato. Finalmente se metió a su cueva y le gritó a Max: 

-¡Max! Te quiero ahora mismo en el taller. 

Mientras su perro lleno de pulgas bajaba las escaleras, empezó a escribir el malévolo plan que tenía en mente en un pizarrón de gis que tenía ahí cerquita. 

 

Cuando Max llegó a la sala, el Grinch explicó los garabatos de su pizarrón. 

-Mi querido pulgoso y sarniento socio de travesuras: Mira esto, ¿Puedes entender lo que escribí en este verde y grueso pizarrón? No, obvio no, baboso. Mira este recuadro, ¿Sabes que representa? Un letrero. Tiene escrito: “no contaminación” ¿Ya entendiste? – vio a los ojos a su compañero y se enojó al ver que Max veía hacia delante sacando la lengua y resollando como si acabara de correr todo un maratón. 

-No, obvio no, lo que me lleva al primer punto que no tenía que explicar. Estos letreros los colocaremos en todas y cada una de las casas de los QUIEN. Llenaremos todo VILLA-QUIEN con ellos, serán tantos, que se hartarán de verlos y con ello dejarán de tirar basura cerca de nuestro amado hogar.  

Pero el GRINCH no contaba con que los QUIEN, embelesados con su navidad, hicieron caso omiso a los letreros,  adoraban como lucían los adornos de luces y regalos por doquier, que algunos cuantos letreros opacos, pasaban desapercidos entre tal algarabía.  

-¿Pero que pasa con éstos seres, acaso no saben leer?- se preguntaba desconcertado.- ¿Que es lo que debo hacer para que se den cuenta de lo cochina que resulta su Navidad.  

Por mas que intentó e intentó hacer más llamativos sus letreros, con luces, colores y diseños extravagantes, siempre eran ignorados…    

Chaneque rojo es el pseudónimo de un joven escritor de 12 años nacido en el Estado de México, pero está viviendo en Pachuca, Hidalgo. Adora los cuentos y ha escrito muchos, que son cortos. Ha trabajado con el Chaneque verde en múltiples ocasiones, cuando el Chaneque verde ha estado muy ocupado en su vida normal, no le agrada la contaminación y ha tratado de protestar en su contra escribiendo cuentos, pero al ver que no funcionaba, dejó de escribir, hasta ahora… Verán la siguiente parte del cuento la próxima semana… 

 

chanekeverdepachuca@gmail.com