“No hay antecedentes históricos, ni en México ni en el extranjero, de una educación comunitaria cómo la que se propone. Se asume una idea mítica de la comunidad que responde a una fantasía comunitaria más que a la realidad mexicana”, es la aseveración que destaca en la carta abierta publicada y firmada por al menos 281 personas que manifiestan su rechazo a la propuesta educativa del presidente Andrés Manuel López obrador.
En la carta, entre la que destaca el nombre de Gilberto Guevara Niebla, se asegura que “los documentos de la Secretaría de Educación Pública (SEP), están redactados en una confusa retórica a veces incomprensible en la cual no se definen con claridad los objetivos que se persiguen”, aseveración que hace referencia a uno de los elementos más importante de cualquier propuesta de carácter curricular.
Pero además de señalar sobre el documento, los firmantes de la carta afirman que “los maestros, en su mayoría, ignoran los contenidos e implicaciones de esta nueva reforma, muchos de ellos experimentan un sentimiento de angustia por las nuevas cargas de trabajo que este cambio, inevitablemente, traerá consigo”.
Por otro lado, en el documento se señala que “la proposición de la SEP no es una reforma curricular convencional, dicen, como fueron las de 2011 y 2017, las autoridades proponen un reordenamiento completo de la actividad educativa que se hace sin un diagnóstico claro de los problemas relevantes y sus causas profundas”.
Expresan que la ausencia del diagnóstico impide que el trabajo educativo, se centre verdaderamente en el alumno y construyen una propuesta educativa que no dará resultado, pero si representa un serio retroceso para el sistema educativo mexicano.
La carta establece, entre otras cosas, que “se quiere pasar de la educación moderna actual, la cual –dice la SEP– sirve exclusivamente a las élites empresariales y élites políticas dominantes, a una educación que sirva, por el contrario, a los grupos sociales oprimidos y tenga como centro organizador, no al alumno, sino a la “comunidad”.
Los firmantes, dicen que el conocimiento científico, perderá su lugar preponderante en la educación mexicana y se busca que los alumnos aprendan más de tradiciones, rituales y fiestas de la comunidad en lugar de pensamiento matemático y ciencia.
Para, los firmantes, la educación emergerá, dice la SEP, del encuentro entre una esfera pública (la escuela) y otra privada (la comunidad).
Explican que desde la perspectiva oficial “la escuela se integrará a la comunidad y trabajará con proyectos que vinculen a aquella con ésta” pero además también “desaparecerán las asignaturas”, las que según el documento presentado se denominan fases y estarán constituidas por al menos dos o tres grados.
Además de ellos mencionan que “el maestro no evaluará a los alumnos con exámenes ni pondrá calificaciones” esta evaluación a la que se han referido como meritocrática será sustituida por aquella en donde “los alumnos se calificarán a sí mismos”.
En torno al hecho de que desaparecerán los grados y la escuela se organizará por fases, los firmantes de la carta aseguran que no hay un diagnóstico que permita afirmar que este hecho será en beneficio de los niños, ni las niñas y adolescentes.
Por otro lado, resaltan, el hecho de que “los maestros no están obligados a seguir estrictamente los planes de estudio oficiales, podrán libremente transformarlos para ajustarlos al contexto”, aun cuando desde la perspectiva de los firmantes, no hay un mecanismo que le permita al docente explicar en función de que se realizaría la modificación del plan de estudios.
Para los firmantes “quedan sin respuesta muchas preguntas: ¿Cómo será la nueva enseñanza?, ¿Cómo evitar el exceso de trabajo de los maestros? ¿Se ampliarán los horarios? ¿Se negociará previamente con las autoridades de cada comunidad?”.
Quienes firman la carta son investigadores, docentes, y en algunos casos funcionarios en el ámbito educativo, por lo que sus dichos, se hacen, desde su propia perspectiva, en base a las necesidades educativas del país.
“El proyecto de la SEP es audaz, pero se funda en una visión sectaria e ideologizada. Abandona los fines nacionales de la educación y dispersa esa actividad en miles de comunidades cuyos saberes, usos y costumbres impactarán decisivamente en la formación de los alumnos” dicen en la carta.
Aseguran que la propuesta del presidente de la república, “será una atomización del sistema educativo. Se renuncia a la búsqueda de la calidad educativa y prácticamente se deja de lado la evaluación, al menos tal y como la conocemos”.
Cierra la carta diciendo “que este proyecto no respeta sino atropella principios constitucionales básicos como el laicismo, la rectoría estatal de la educación, el carácter y el criterio nacional de la educación, la unidad de la nación”.
Además, señalan que “la disposición de promover el desarrollo continuo del proceso enseñanza y aprendizaje, el fomento del amor a la patria, el criterio que establece que la educación se base en los avances del desarrollo científico y luche contra la ignorancia y sus efectos, las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios”.
Concluyen demandando de la SEP respuestas a cada una de las preguntas que se han planteado y señalan que es responsabilidad del gobierno de la república, construir una propuesta educativa seria, responsable y encaminada a servir a la gente.