Primeros auxilios psicológicos ante desastres.

 En tiempos de crisis, la ayuda no solo llega en forma de víveres o maquinaria; también llega en forma de palabras, miradas y silencios que acompañan. La salud mental es parte fundamental de la reconstrucción, y cada persona que sepa brindar calma en medio del miedo se convierte, sin saberlo, en un puente hacia la esperanza…”

Por: Kathya Moreno.

Cuando ocurre un desastre natural, las imágenes suelen concentrarse en los daños materiales: casas derrumbadas, calles inundadas, familias evacuadas. Sin embargo, hay heridas que no se ven a simple vista, y son las que dejan las emociones desbordadas: el miedo, la confusión, la tristeza y la sensación de pérdida. En esos momentos, los primeros auxilios psicológicos se vuelven tan necesarios como una venda o un medicamento.

Estos primeros auxilios no son terapia, sino una atención inmediata y humana que busca estabilizar emocionalmente a las personas afectadas. Su objetivo es sencillo pero profundo: reducir el impacto del trauma y ayudar a recuperar el sentido de control y seguridad. Saber escuchar, ofrecer calma y acompañar sin juzgar son gestos que, aunque parezcan pequeños, pueden marcar la diferencia entre el caos y la esperanza.

Aplicarlos no requiere ser psicólogo, pero sí exige empatía y sensibilidad. Algunos consejos básicos son:

1. Hacer contacto y escuchar atentamente: Acércate a la persona con calma, preséntate y establece una comunicación que transmita aceptación y seguridad. Escucha de manera activa para que la persona pueda desahogarse y expresar sus necesidades emocionales y sentimientos.
2. Analizar la situación y necesidades: Intenta comprender la magnitud del problema y evalúa las necesidades básicas de la persona, tanto físicas como emocionales. Adapta tu comunicación y empatía al contexto cultural de la persona, por ejemplo, respetando si una mujer solo puede hablar con otra mujer.
3. Identificar y analizar soluciones: Juntos, analicen las posibles soluciones. Es crucial que la persona tenga un rol activo en la búsqueda de alternativas.
4. Ayudar en la acción concreta: Apoya a la persona en la ejecución de una acción concreta que ayude a gestionar la crisis inmediata. Esto puede incluir ayudar a cubrir necesidades básicas, como bebida, comida o un lugar seguro.
5. Brindar seguimiento: Realiza un seguimiento al progreso para evaluar la efectividad de las acciones y proporcionar apoyo continuo. Esto puede incluir dirigir a servicios de salud mental o asistencia social si es necesario.

Aprender estas herramientas no es un lujo, es una responsabilidad social. En contextos como el nuestro, donde los desastres naturales son cada vez más frecuentes, contar con población capacitada en primeros auxilios psicológicos puede salvar vidas emocionales, prevenir trastornos posteriores y fortalecer la resiliencia comunitaria.

En tiempos de crisis, la ayuda no solo llega en forma de víveres o maquinaria; también llega en forma de palabras, miradas y silencios que acompañan. La salud mental es parte fundamental de la reconstrucción, y cada persona que sepa brindar calma en medio del miedo se convierte, sin saberlo, en un puente hacia la esperanza.

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