¿Qué de atractivo puede tener un lugar devastado por una guerra; dónde hay construcciones que alguna vez fueron lugares, negocios o centros de trabajo destruidos por bombas, balas, y que además, se perdieron vidas humanas? Aunque pareciera irrisible, para muchos en todo el mundo, lo es.
Por: Luis Felipe Hernández Beltrán
Auschwitz-Birkenau, ahora convertido en Museo, fue el mayor campo de exterminio durante la Segunda Guerra Mundial. Ahí, según datos, más de 500 mil personas fueron asesinadas por la Gestapo nacista en cámaras de gases y otros métodos de aniquilación humana. Desde enero de 1945, tras la liberación de los pocos presos, en su mayoría judíos, que quedaron con vida, en 80 años este lugar ha sido visitado por más de 30 millones de personas de todo el mundo.
“Polonia, así como Alemania, tienen muchos atractivos turísticos, pero muchos turistas me pidenvisitar las zonas de guerra de la Primera y Segunda Guerra Mundial, me preguntan si aún se conservan ruinas y prefieren más ir a esos puntos que a otros más bonitos o más distintivos de los países. Elmorbo está ‘cañón’”, me comenta Adriana, una agente de viajes de la Ciudad de México.
La Guerra del Golfo Pérsico, de 1990 a 1991; así como la caída de las Torres Gemelas de Nueva York en 2001, propiciaron el interés pernicioso de la gente que quería ver en vivo las zonas afectadas, eso sí, tomarse su foto y presumirlas a las amistades cercanas… “Yo estuve donde cayó la bomba”, “Yo estuve donde cayó el avión”, “Yo me tomé mi foto en el agujero donde estuvieron las Torres”.
Las evidencias fotográficas y videográficas de haber estado en puntos que años atrás fueron ‘ojo del huracán’ bélicamente hablando, no dejan de circular. El lucimiento de selfies donde fueron apresados los tiranos Sadam Husein en Irán y Muammad el Gadafi en Libia, o el lugar donde se cree que murió el líder de Al-Qaeda, Osama binLaden, en Pakistán, a pesar de no tener mayor chiste más que el lugar donde estuvieron estos personajes son frecuentados por cientos de miles.
Lo mismo Afganistán. Quienes han logrado penetrar este país, el interés de ver el impecable Jardín Babur o el impresionante Palacio de DarulDaman es mínimo con quienes prefieren atestiguar a las mujeres con burka o los rituales extremos, sádicos y sanguinarios de los talibanes.
Ni que decir del conflicto de 2023 entre Israel y Palestina, los viajeros, principalmente jóvenes, no muestran importancia para conocer la Tierra Santa ni los lugares de peregrinación de Jesucristo, en ambas naciones, las selfies donde se realizaron bombardeos abundan más en las redes sociales, que cualquier construcción, museo, jardín o parque de diversiones.
Ahora, con el reciente enfrentamiento marcial entre Irán e Israel, si algo está garantizado, es que una vez que culmine, que esperemos sea pronto, será la inmediatez con la que la gente de todo el orbe querrá ir a atestiguar los lugares de ambas naciones donde perecieron personas, cayeron bombas y demás.
México no se queda atrás… el conocer el hotel donde en 2014 fue capturado Joaquín “El Chapo” Guzmán en Mazatlán, se ha convertido en una parada obligatoria para quienes visitan el puerto sinaloense; así como lugares de Acapulco o del estado de Michoacán, principalmente, donde se suscitaron hechos violentos con grupos delictivos.
Para bien o para mal, los lugares marcados por la violencia son, sin duda, un generador de derrama económica para los poblados, municipios, estados y países en general; parte del itinerario solicitado por los viajantes o que ofrecen las agencias de viajes. En la sociedad mundial está el que la lista de estos sitios aumente ante un mundo que, a pesar de amar el sadismo, pide paz.