Viaje a la Huasteca II

chaneke verde

ANGEL CANO. Despertó al día siguiente, luego de un largo y reparador sueño. Bajó a la cocina del modesto hotel, donde desayunó huevos de rancho con frijoles, una comida muy modesta, propia del lugar. Se dirigió a la cascada a pie, después de todo, tenía mucho tiempo libre para disfrutar de la naturaleza, como había decidido desconectarse del mundo, decidió apagar su celular, no quería que nadie le molestara, no permitiría que algún mensaje de whatsapp del grupo de la oficina le arruinara el día, después de todo, él estaba de vacaciones, los pendientes podían esperar, además, seguramente alguien mas podría hacerlos.

Tal vez se arrepentiría de no tomar fotos, ya que no tenía una cámara distinta a la del celular, pero había escuchado de un amigo, que las mejores fotos, las mejores imágenes son los recuerdos que se guardan en tu mente. Ernesto decía que tardas más tiempo en enfocar un ave volando, intentando captar el momento; para cuando tienes el cuadro preciso, la acción ya pasó. Él decía que es mejor ver las cosas a través de tus ojos y no a través de la lente de una cámara.

Si Ernesto o los demás estuvieran ahí, seguro la pasaría mejor; pero no era posible, Ernesto se había mudado a Los Ángeles hace diez años y el resto de los amigos, se dispersaron a través del tiempo, hacía mucho que no los veía solo intercambiaban mensajes de WhatsApp y memes de vez en cuando, algo muy impersonal, tenía amigos, pero a la distancia; en la oficina, sólo hablaba lo necesario con sus compañeros de trabajo, jamás había salido con ellos a comer, bailar, al estadio o a cualquier otro lugar solo para pasar el rato. Realmente era una vida monótona, aburrida, pensaba en ello mientras caminaba a la cascada, sintiendo el sol abrazador sobre sus hombros, pero para eso había venido acá, para salir de la rutina y disfrutar de la naturaleza, solo.

Sintió una gran decepción al llegar al lugar, puesto que no era como la había imaginado, esperaba ver una cascada magnífica y solitaria donde poder relajarse, pero en lugar de eso encontró un balneario común y corriente, la entrada al lugar estaba cercada, decenas de carros hacían fila para poder entrar al abarrotado estacionamiento, mientras que algunos camiones estaban estacionados a la orilla de la carretera. Docenas de puestos ambulantes delimitaban el pasillo de entrada. En ellos se vendía comida, cerveza, trajes de baño, inflables, recuerditos y todo lo necesario para el turista. No esperaba tener que pagar la entrada, en el internet no decía nada de pagar, además, según sus amigos, se podía entrar gratis… Se podía, hace veinte años, antes de que se convirtiera en un “ atractivo punto de interés ecoturístico”, antes de que se pusiera un interés monetario en el lugar, cuando éramos libres y podíamos viajar gratis. Pensó.

La decepción continuó, puesto que la cascada no lucía tan majestuosa como en la foto, no llevaba tanta agua, tampoco la poza que llenaba lucía tan espectacular, pero ello no impedía de que decenas de turistas, se refrescaran en ella. Otros tantos preparaban carne en los asadores dispuestos alrededor, algunas familias tenían un día de campo bajo sus carpas o casas de campaña; había un par de restaurantes y otros tantos puestos de comida. Definitivamente no era un lugar para estar en contacto con la naturaleza, con tanta gente, tanto bullucio y tanta basura a su alrededor, puesto que por todos lados se veían latas de cerveza, botellas de plástico, bolsas y muchas otras cosas, residuos de los festines que ahí tenían lugar, sin que nadie prestara atención a ello. Aparentemente a nadie le importaba. No entendía cómo era posible que todas estas personas que habían venido a pasar un rato entre la naturaleza, la ensuciaran de tal manera, sin mostrar ni un solo indicio de culpa. Aún así, se dispuso a bañarse en un recodo del río que se formaba a causa natural del fluir del agua de la cascada, pero inclusive ahí, flotaba una botella de plástico, la cual recogió para después tirarla a la basura, donde debe de ir.

Fue una tarde agradable, a pesar de todo. No como se la había imaginado, pero aun así, la disfrutó. Regresó caminando a su hotel, entrada la tarde, sintiéndose sumamente relajado, como hace años no lo estaba. Definitivamente, la naturaleza relaja, pero, ¿de verdad había estado entre la naturaleza?¿Eso era lo natural?. Pensó que no. Al día siguiente, iría a algún otro lugar, con menos gente, algún lugar menos “ comercializado”, donde pudiera cumplir su objetivo, tal vez en Aquismón, lo lograría.

Continuará ….

Chaneke verde

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Mi nombre real es Ángel Ignacio Cano Rodríguez, soy médico. Fuera de “Mi trabajo de la vida real”, como yo lo llamo, tengo una pasión, me gusta escribir sobre temas de ecología, escribo cuentos, guiones, columnas de opinión y versos, sin ser más que un amante de la naturaleza, con la única intención de crear una consciencia ambiental en quienes me lean. Y ya que no soy una figura famosa ni un político importante, elijo permanecer en el anonimato, por eso utilizo un personaje ficticio en vez de publicar mi fotografía. Chaneke Verde.chanekeverdepachuca@gmail.com