Estar sobrecalificado en un mundo “mediocre”

 Cuando se niega reiteradamente una oportunidad a alguien con altas competencias, se atenta contra su seguridad emocional y se refuerza una sensación de exclusión y falta de propósito.

Por: Kathya Moreno

¿Alguna vez te has sentido que por más que te esfuerzas, nunca es suficiente?

En el mundo laboral, pocas palabras son tan contradictorias y desmoralizantes como «sobrecalificado». Lo que debería ser un halago —tener más habilidades y experiencia de las requeridas— se convierte en una barrera para acceder a un empleo. Más allá del impacto económico que esto implica, el problema tiene profundas repercusiones en la salud mental de quienes lo padecen.

Para muchos profesionales, recibir un «no» por estar «sobrecalificado» genera una mezcla de frustración, impotencia y, en muchos casos, una pérdida de autoestima. Se sienten atrapados en una paradoja: han trabajado duro para prepararse, pero su preparación les cierra puertas en lugar de abrirlas. Esta situación puede desembocar en ansiedad, estrés e incluso depresión, especialmente cuando las opciones laborales son escasas.

El rechazo constante también lleva a la autoevaluación negativa: «¿Estoy pidiendo demasiado?», «¿Debería ocultar mis logros para parecer más atractivo para los empleadores?». La sobrecualificación se convierte, en muchos casos, en una condena a la invisibilidad profesional. Se asume erróneamente que alguien con más experiencia pronto se aburrirá o exigirá un sueldo más alto, sin considerar que muchas personas están dispuestas a adaptarse a nuevas realidades con tal de mantenerse activas y productivas.

Este fenómeno también afecta a la percepción de identidad. El trabajo no solo es un medio de sustento, sino también un espacio de reconocimiento y validación. Cuando se niega reiteradamente una oportunidad a alguien con altas competencias, se atenta contra su seguridad emocional y se refuerza una sensación de exclusión y falta de propósito.

¿Qué se puede hacer ante esto? Por un lado, los empleadores deben cambiar la mentalidad con la que evalúan a los candidatos. En lugar de ver la sobrecualificación como un riesgo, deberían aprovechar el talento disponible y ofrecer oportunidades de crecimiento dentro de la empresa. Por otro lado, quienes enfrentan este problema pueden explorar caminos alternativos como el emprendimiento, la reconversión profesional o el trabajo freelance, buscando maneras de darle un giro positivo a su experiencia.

Estar «sobrecalificado» no debería ser sinónimo de estar desempleado. Es hora de replantear cómo valoramos el talento y entender que la experiencia y la preparación nunca sobran en un mundo que necesita soluciones innovadoras y profesionales comprometidos.

Construyamos juntos la mejor versión de ti.

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