Las claves feministas de Marcela Lagarde

Este 2021, la doctora Marcela Lagarde que generosamente comparte “Claves feministas para la autoestima de las mujeres”, un texto que jamás será una utopía porque cada acción, cada reflexión, cada conferencia, cada ensayo y la misma vida de la doctora Lagarde nos comprueban que podemos querernos nosotras mismas y querer a las demás mujeres.

Entonces, debo empezar esta presentación con una aproximación a mi maestra, no solamente porque tomé clases con ella en El Colegio de México, es mi maestra porque siempre deja una enseñanza en sus libros y charlas. 

Yo ya sabía de ella gracias a revista FEM, una publicación feminista, la primera en México y América Latina, que surgió en 1976, y donde yo empecé a escribir en 1987, justo el año en que también Marcela publicó su primer texto, incluso en el mismo número aparecimos y eso me emociona mucho, mayo de 1987. Ella presentó una reflexión provocativa porque hizo referencia al significado del chisme en la vida de las mujeres. Generosa como siempre, ella te toma de la mano, y aunque el texto tiene ya más de tres décadas de haber sido escrito, si lo lees, comprendes que el chisme no avergüenza, no destruye y sí nos permite darle poder a la palabra. Es así como, Marcela concluye en ese texto: “El poder de la palabra y el rito en torno al chisme, crean un hábito particular, una intimidad entre las mujeres y constituyen un espacio idóneo para su encuentro. Juntarse para hablar, hablar y hablar; para hacer comentarios o emitir opiniones para mantenerse informadas sobre los aconteceres de las demás, para conocer la opinión de las otras sobre las personas y los hechos, para configurar su propia identidad… Oye, oye, ¡cuéntame un buen chisme!”.

Fue desde ese momento que lo supe, la mirada de Marcela Lagarde lograba hacer radiografía de esta sociedad, tomar su pulso, escuchar sus latidos, a veces violentos, otras ocasiones machistas, muchas veces femeninos, ojalá cada vez más feministas. Por eso, no dejaba de leerla cuando algún texto venía firmado por ella en esa década de los ochenta del siglo XX. Así, en otra publicación feminista mexicana representativa de esa época, el suplemento Doble Jornada, editado por el periódico La Jornada, también empecé a encontrar reflexiones de ella, profundas y provocadoras, algo alertaban, mucho sugerían. Marcela Lagarde se empezaba a convertir en esa referencia que explicaba, que mostraba, que proponía la transformación de una sociedad que parecía no querernos, que nos olvidaba, pero Marcela con sus textos afirmaba: Aquí estamos. 

Al empezar la década de los noventa, otra mujer muy representativa, Elena Urrutia, logró que por primera vez una institución de educación superior, El Colegio de México, permitiera que se impartiera una especialidad en estudios de la mujer. Y digo permitiera porque alguno de sus funcionarios así lo hizo sentir el día de la bienvenida a esos cursos, donde tuve el privilegio de pertenecer a esa primera generación atrevida e ilusionada que nos atrevimos a inscribirnos, el personaje dijo: De ustedes depende demostrar que esto vale la pena, que puede estudiarse y comprenderse desde las aulas a las mujeres. 

Y el primer día de clases, 11 de marzo de 1991, la primera asignatura iba a ser impartida por ella, por Marcela Lagarde, la materia se llamaba “Identidad Femenina y Vida Cotidiana”. Ella llegó al salón, no era como la imaginaba, su potente voz me atrapó de inmediato, cargaba con ella su tesis que para nada era un texto discreto, más de 600 páginas, esa investigación que en 1989 recibió el Premio Maus a la mejor tesis de doctorado por parte de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Y esa tesis que tanto nos nutrió, en 2010 se convirtió en libro, mi biblia pecadora, mi manual para volverme a querer, mi guía para explicarme una y otra vez, mi barita mágica para compartir con mis alumnas, un verdadero tratado feminista, un estudio que no me canso de releer, de retomar para mis trabajos. Acabo de publicar este junio de 2021 un análisis de la obra de dos pintoras mexicanas María Izquierdo y Rosa Rolanda desde los cautiverios de las mujeres, el nombre de ese libro que tanto leemos y releemos para comprendernos en este contexto patriarcal, en este reto de ser feminista y madresposa, monja, puta, presa y loca. Gracias a Marcela Lagarde, me gusta sentirme, creerme, saberme loca: “Las locas. Son las suicidas, las santas, las histéricas, las solteronas, las brujas y las embrujadas, las monjas, las poseídas y las iluminadas, las malas madres, las madrastras, las filicidas, las putas, las castas, las lesbianas, las menopáusicas, las estériles, las abandonadas, las políticas, las sabias, las artistas, las intelectuales, las mujeres solas, las feministas. En el mundo donde priva la axiología del bien y del mal, las locas son las muy buenas y las muy malas, aquellas mujeres cuyo despliegue exagerado en la vida las llevó a los extremos de la sinrazón. Para las mujeres, son locas todas las otras – locura de la enemistad-, para hombres todas somos locas – locura de virilidad-: ambas constituyen el paradigma político de racionalidad, o sea la locura patriarcal”.

No hay momento, no hay trabajo, no hay clase donde yo no cite a mi maestra, y siga aprendiendo de ella, de presumir que no me duele cuando me califican de loca por considerarme feminista, de entrar y salir de estos cautiverios buscando una salida y un paisaje más justo, menos cruel y violento como el que ahora vivimos porque también gracias a Marcela Largarde en este país empezamos a identificar, a comprender y a, desgraciadamente, palpar el significado del feminicidio. Fue ella quien aplicó ese término a la situación que se empezaba a vivir en México, principalmente en Ciudad Juárez: “El término feminicidio, no trata sólo de la descripción de crímenes que cometen homicidas contra niñas y mujeres, sino representa la construcción social de estos crímenes de odio, culminación de la violencia de género contra las mujeres, así como de la impunidad que los configura. Analizado así, el feminicidio es un crimen de Estado, ya que éste no es capaz de garantizar la vida y la seguridad de las mujeres en general, quienes vivimos diversas formas y grados de violencia cotidiana a lo largo de su vida”.

Cuántas reflexiones de ella citadas en cientos de tesis, cuántas veces releerla para tomar aire en tiempos difíciles, cuántas veces volver a leerla para sentir ese apapacho, para compartir su fuerza con mis alumnas, para evocar con otras colegas la manera en que Marcela Lagarde ha marcado y sigue transformando nuestras vidas. Entonces, podrán comprender la emoción con la que recibí este texto titulado “Claves feministas para la autoestima de las mujeres”, donde Marcela Lagarde, generosa como siempre, comparte toda su sabiduría, solidaria y festiva, llena de sororidad, comparte reflexiones, pero sobre todo nos deja seguir sus pasos al dibujar huellas claras por esta playa de la vida; y si eres sirena te ayuda a burbujear de otra manera debajo del agua; y si eres nube sopla alegre para transformarnos, si eres semilla, cómo florecer; si eres capullo, cómo aprovechar tus alas antes de salir de ese cautiverio: “La clave feminista para la autoestima es vivir a favor de una misma y del desarrollo personal, en el marco de una sociedad justa, equitativa y próspera. A la mismidad se llega a través de procesos de articulación coherente con su dosis de incumplimiento del deber ser que lo prohíbe a las mujeres y lo fomenta en los hombres. La clave feminista está en reconocer que la conciencia crítica de género, cimiento del feminismo, se genera en las historias de vida, la subjetividad y los cuerpos, en las ideas, los afectos, las creencias, las interpretaciones, las narrativas, emanadas por diversas posiciones o ubis, y divulgadas y reproducidas por diversos actores y sujetos, desde variados campos del conocimiento y la política. La clave feminista es la conciencia crítica moderna experimentada por cada mujer individual y por grupos y categorías de mujeres que comparten además del género, otras condiciones históricas y situaciones de vida, con base en conocimientos, interpretaciones y análisis, producto de la experiencia vivida y del estudio y la reinterpretación de la historia”.

“Claves feministas para la autoestima de las mujeres”, un libro que engalana nuestra Feria del libro, un libro que no promete nada, sino que comparte todo, una apuesta por cambiar el mundo, por reconocer el amor propio y por conseguir el amor a sí misma. Gracias Marcela Lagarde por este libro, pero nadie mejor que tú para contarnos la fuerza para escribirlo y la generosidad para compartirlo. 

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Usa anteojos de armazón sirena para intentar observar la vida con mayor claridad. Adora las minifaldas y colecciona medias con las figuras llamativas. Aunque valora más sus manos, las mismas que siguen brincando con pasión e ilusión por el teclado de su computadora para compartir lo que piensa, en lo que cree y el mundo en el que le gustaría vivir. Está absolutamente convencida en la utópica posibilidad de convertirse en otro modo de ser humano y libre como dice Rosario Castellanos. Es profesora investigadora en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo. Desde 2003 vive en la Bella Airosa. Estudió en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, en la UNAM, la licenciatura, la maestría y el doctorado, todo en el campo académico de la comunicación. Periodista desde 1987. Actualmente tiene la columna Bellas y Airosas. Es comentarista del noticiario de Radio Universidad de Hidalgo y colabora en Alas Mujeres. Ha escrito diversos artículos, ensayos y libros