Tengo 10 años de edad y desde la sala de mi casa aplaudo a once mujeres que admiro. Ellas saludan desde la media cancha de un estadio Azteca lleno. No ganaron la final, pero dejaron el corazón en esos 90 minutos de juego. Sueño con ser portera, pero en esa década de los setenta, no había equipos para niñas. Me quedé con las ganas de ser futbolista, pero como periodista, puedo evocar ese agosto de 1971 y responder que esas jugadoras lograron una hazaña admirable. Ellas fueron:
Portería: Yolanda Ramírez y Elvira Aracén.
Defensa: Irma Chávez, Martha Coronado, Bertha Orduña, Paula Pérez y Lupita Tovar (capitana).
Media Cancha: Elsa Huerta, Alicia “Pelé” Vargas y Patricia Hernández.
Delantera: Silvia Zaragoza, María Eugenia “Peque” Rubio, Eréndira Rangel, Sandra Tapia, Teresa Aguilar, Lourdes de la Rosa y María Hernández.
Hace algunos años mis alumnas-asistentes fueron a la Hemeroteca y fotografiaron los periódicos de la época. Ahí están las futbolistas de nuestro país, en primera plana levantan los brazos como muestra del triunfo pues vencieron a las argentinas tres goles contra uno. Destacó la calidad deportiva de María Eugenia “Peque” Rubio. La capitana del esquipo, Lupita Tovar, declaraba convencida: “Siempre tuvimos confianza en que íbamos a ganar”.
En el segundo partido, el encabezado de La Prensa decía: “México goleó a Inglaterra 4-0 y clasificó para semifinales. Alicia Vargas jugó en grande y fue la clave”. Se les entrevistaba y en sus declaraciones explicaban sus estrategias de juego, daban a conocer que habían sido golpeadas por las adversarias, mostraban los moretones, se quejaban del dolor, pero nadie les borraba la sonrisa del triunfo.
Al terminar el tercer partido, esta vez contra la selección italiana (a la que se le ganó 2-1), hubo una bronca, resultado de la impotencia de las rivales para poder superar a México, pero hasta en ese escenario nuestras futbolistas también triunfaron. Después, perdieron la final tres goles a cero. Si bien la prensa descalificó su manera de jugar, las crónicas se fueron más a detallar reacciones calificadas de “naturales en las mujeres”. Así, al terminar el partido, Elsa Huerta fue sorprendida por el fotógrafo de El Universal, ella estaba en un rincón del vestidor, sentada en el piso “anegada en llanto”. Otro diario dio a conocer en su crónica: “En un mar de lágrimas y sidra convirtieron el vestidor mexicano ya que los mismos directivos las consolaron, asegurándoles que el haber llegado a la final ya era un triunfo moral”.
Pese a la derrota, la prensa valoró el esfuerzo de las mexicanas, sin embargo, el periódico más popular por ser especializado en deportes, Esto, a través del columnista más destacado, publicó una reflexión que delataba que pese a todo haber visto a mujeres jugando futbol, fuertes y aguerridas, no había sido comprendido:
“Respetamos y aplaudimos el esfuerzo que hacen las chamacas que capitanea Lupita Tovar, pero no hay que trasponer ciertos límites. A pesar de las hazañas de la peque Rubio, seguimos pensando que el futbol es uno de los deportes que no va con la condición de la mujer, que al realizar un movimiento brusco dejan de lado lo femenino”.
Si los columnistas de aquella época ahora vieran a Mia Hamm, Megan Rapinoe, Brigit Prinz, Michelle Akerz o a nuestra Maribel Domínguez “Marigol”, a tantos equipos de niñas y un mundial de futbol de mujeres ya reconocido por la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA), tal vez tendrían que reconsiderar, posiblemente borrarían sus argumentos y reconocerían la presencia de las mujeres en este deporte.
Es cierto, todavía hace falta mayor reconocimiento, menos discriminación, pero debe destacarse que en México esta historia tiene un principio, la selección de 1971, que a 50 años de su hazaña debemos evocar con orgullo, y repetir sus nombres para que el salón de la fama los tome en cuenta: Yolanda Ramírez, Elvira Aracén, Irma Chávez, Martha Coronado, Bertha Orduña, Paula Pérez, Lupita Tovar, Elsa Huerta, Alicia “Pelé” Vargas, Patricia Hernández, Silvia Zaragoza, María Eugenia “Peque” Rubio, Eréndira Rangel, Sandra Tapia, Teresa Aguilar, Lourdes de la Rosa y María Hernández.
Mientras la Elvira de casi 6 décadas se pone de pie para aplaudir a estas pioneras.




































































