Chaneke verde

El pasado 8 de marzo se conmemoró el Día Internacional de la Mujer. Fecha en que tristemente se ha hecho famosa en los últimos años por el vandalismo de las manifestaciones. Entre sus muy respetables demandas se incluye la despenalización del aborto, bajo el lema “Mi cuerpo, mi decisión”, lo que muchos, despectivamente, llaman “el derecho a abortar”. La verdad es que yo estoy de su lado en ese punto.

El aborto inducido se considera legal en todo el país, cuando el embarazo es producto de una violación, cuando hay peligro de muerte para la madre, cuando ocurre inseminación artificial no deseada o existe alguna condición de daño grave a la salud de la mujer. Además, en algunos estados como Baja California Sur, Coahuila, Veracruz, Quintana Roo, Chiapas, Estado de México, Tlaxcala, Puebla, Jalisco, Guerrero y Colima también se considera legal, cuando existen malformaciones graves en el feto. En Yucatán además de lo anterior se agregan los casos de inviabilidad económica de la madre, es decir, que no tenga los recursos para la manutención del niño. En CDMX y Oaxaca esta despenalizado el aborto a petición de la mujer hasta las doce semanas de embarazo, desde 2007 y 2019 respectivamente; es decir, que puede abortar cuando lo desee, aunque se encuentren en perfectas condiciones de salud ella y el feto.

Sin embargo, el aborto en México es un delito altamente perseguido. Las sanciones para la mujer, a criterio del juez en las diferentes entidades incluyen privación de la libertad de uno a cinco años en promedio, sanciones que van de los 10 hasta los 300 días de multa, o bien, trabajo comunitario; llegando a documentarse casos donde se dictó auto de formal prisión hasta por 30 años a mujeres que han abortado, aunque sea de manera accidental. De 2008 a 2018, un total de 4 mil 246 personas, hombres y mujeres, incluyendo al personal médico, fueron denunciadas por irrupción de embarazos. La mayor parte de las denuncias proviene de los mismos prestadores de servicios de la salud, es decir que, en la mayoría de los casos, la mujer es denunciada por el médico o la enfermera que la atendió y en la minoría de los casos, se acusa a un médico o enfermera por realizar la interrupción del embarazo. Para el personal médico denunciado las sanciones incluyen encarcelamiento de 1 a 3 años en promedio, así como la suspensión del ejercicio profesional de 2 a 5 años. Castigándose severamente la reincidencia.

Hay muy pocos estados que faciliten al aborto inducido. En general, es un servicio que NO se brinda en la mayoría de las unidades hospitalarias y es que el hospital médico y de enfermería pueden abstenerse de realizar actividades que consideran contrarias a sus creencias personales. Lo cual lleva en muchas ocasiones a abortos clandestinos e inseguros, con las inherentes complicaciones médicas, potencialmente mortales para la madre.

Aunque no se ha podido cuantificar con precisión, se estima que en México se realizan entre 750 mil 000 y un millón de abortos clandestinos anuales. Comparados contra 2.09 millones de nacimientos registrados en 2019.

Independientemente de lo que diga la iglesia católica y los grupos pro-vida, la verdad es que, por el bien de planeta, resulta benéfico frenar la explosión demográfica. Y es que la realidad de las cosas, es que los recursos naturales son finitos. Si con los casi 127 millones de mexicanos que existimos actualmente, ya comenzamos a notar la disminución de recursos naturales, ¿Cómo estaríamos si hubieran llegado a término ese supuesto millón de embarazos interrumpidos?

¿Abortar es matar? Pues sí, en el sentido estricto, sí. Pero una de las leyes de la vida es que algunos deben morir para que otros puedan vivir. Y no hablo solo de humanos, si no de todas las otras formas de vida que ocupan este planeta y que están viviendo amenazadas por la actividad humana. Situación que empeora de la mano con la explosión demográfica. “La vida” que tanto defienden estos grupos, considero yo, deberían incluir a todos los organismos del planeta. Porque no se trata solo de existir solo por montones, acabando con los recursos, si no de vivir administrando dichos recursos. Porque más, no significa mejor.

En el reino animal ocurre que los mamíferos y aves abandonan a las crías débiles, mientras que los insectos y los peces se las comen cuando los recursos son limitados, así es en la selección natural, los individuos más fuertes se desarrollan y sobreviven. La humanidad ha superado esa selección natural con alta mortalidad y la ha sustituido por una selección social, donde los individuos con mejores recursos biológicos, psicológicos y sociales, alcanzan un desarrollo pleno y progresan.

El primer paso para obtener esos recursos, es el deseo de los padres por proveerlos. Desafortunadamente, la mitad de los embarazos en México son no planeados o no deseados, situación que, a decir de los expertos, es un factor que contribuye a problemas sociales como la violencia intrafamiliar, el embarazo adolescente, el abandono o maltrato a menores, disfunción familiar, pobreza, etcétera, mientras que el en plano biológico los más destacables son la desnutrición y la falta de acceso a los servicios de salud. Eso no es bienestar. Si no has de procurar bienestar, lo mejor es no engendrar. Afortunadamente, nuestra sociedad mexicana, ha entendido gradualmente que la familia pequeña vive mejor y cada vez hay más aceptación de los anticonceptivos. Ahora podemos incluir el dejar de estigmatizar a las mujeres que abortan, dejar de considerarlas homicidas y pensar que tomaron una buena decisión ya que no podían (o no querían, también ha habido casos) darles un desarrollo pleno a sus hijos.

De las mujeres que he conocido, que se han inducido abortos, he escuchado frases como “Agradecí a Dios, la oportunidad de seguir viviendo libre, sin hijos, al menos por un tiempo más”, “Si estuve embarazada fue porque no me cuide y si no soy capaz de cuidarme a mí misma, ¿Cómo voy a cuidar un chamaco?”, “Si no hubiera abortado, me habría tenido que casar con él y seguro ya nos hubiéramos dejado”, “Haber abortado me permitió terminar la escuela” …etc. Queda claro que muchos opinan que esta es una conducta irresponsable e injustificada, ya que existen múltiples métodos anticonceptivos al alcance de la mayoría y en muchos casos, de forma gratuita. Pero la maternidad no tiene porque ser un castigo ni una obligación, si la mujer no desea cuidar a un bebé, considero que es válido el aborto. Además, si dicha mujer es “irresponsable”, no hay garantía de que cambiará su actitud. Y aunque muchos afirman que se podrían perder personas valiosas e ilustres si se abortaran, la verdad es que también habría muchas personas nocivas, ello depende en gran parte del medio en que se desarrollen y es ahí donde vuelve a salir a flote el tema del bienestar.

Por eso yo digo que independientemente de la causa que lleve a un embarazo no deseado, el aborto debería ser permitido, despenalizado ¿O tú qué opinas?

 

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