Por Francisco J. Siller
El presidente Andrés Manuel López Obrador informará a la Nación de los “avances” de su administración este 1 de septiembre. Será su segundo informe formal ante el Congreso de la Unión. ¿Qué esperamos de él? Qué nos hable con la verdad y que tome las decisiones necesarias y correctas para sacar a México del bache económico, entre otros temas.
¿Será eso posible? Winston Churchill dijo que “Aquellos que no cambian de parecer nunca cambian nada”. Hasta ahora nuestro presidente se ha montado en su “macho” y ha negado cualquier posibilidad de reconsiderar y corregir los errores en los que ha incurrido desde el primer día de su mandato.
López Obrador debe dudar, preguntarse, rectificar, dar vueltas, incluso renunciar a la seguridad de su verdad. Escuchar y dejarse convencer por los argumentos del otro y sopesarlos con seriedad, como camino viable para evitar esos errores catastróficos.
Para López Obrador, que solo ve las cosas en blanco y negro, es difícil cambiar el rumbo. Sus puntos de vista por lo general no son los más sólidos y certeros, pero no reconoce los errores, como lo ocurrido en Nuevo León el jueves pasado, cuando negó cualquier posibilidad de suspender la operación de la refinería de Cadereyta, por más contaminante que sea.
Por menos que eso, el gobierno federal ya estaría planteando una consulta, desde luego sí la instalación no fuera de Pemex. Si fuera privada, 25 buenos ciudadanos habrían votado en contra y la operación interrumpida, aunque se perdieran millones y millones de dólares.
Pues bien, el presidente dará en Palacio Nacional su Segundo Informe, seguramente pleno de avances en los cuatro ejes de su gobierno, comenzando por su lucha contra la corrupción, que quizá sería un punto en el que si hay resultados positivos, pero que se verán tras el o los procesos judiciales que se presenten.
Los dichos de Lozoya ocuparan una buena parte del discurso, del juicio a los expresidentes, desde Salinas, hasta Peña Nieto. Le escucharemos decir “No somos iguales” frase repetida miles de veces. Que no tiene sed de venganza. Pro que él no será complice de la corrupción de esos gobiernos.
Para él, su mandato esta plagado de logros, como el haber establecido una política de bienestar para el pueblo y que se haya elevado a rango constitucional los derechos sociales, como la pensión, como las becas, como la atención médica a los medicamentos gratuitos, aunque éstos escaseen.
López Obrador piensa que a pesar de la pandemia y de la crisis económica, para el 1 de diciembre se van a sentar las bases de la Cuarta Transformación, además asegura que no va a pedir más tiempo para concretar sus planes, que piensa ya están casi cumplidos.
Parte importante de se informe será como su gobierno ha enfrentado y como se va saliendo de la doble crisis, pero no escucharemos de la aplicación de un programa contracíclico para recuperar empleos y apoyar a las empresas, excepto del fallido programa de créditos por 15 mil pesos y del éxito de los 38 programas sociales.
En una de sus recientes mañaneras, el presidente dijo que va a informar que ya es otro gobierno completamente distinto y como se empiezan a establecer nuevos hábitos en el quehacer público, además de un cambio de mentalidad del pueblo.
López Obrador insiste —porqué está convencido de que no será así— que si después de este informe de gobierno, la gente dice que ya no quiere que siga de presidente, “me quedaría satisfecho, porque diría: Ya sentamos las bases de la transformación”.
Seguramente escucharemos de avances en la lucha contra la inseguridad, pero no habrá reconocimiento a las cifras oficiales que contabilizan más de 59 mil muertes violentas en lo que va del sexenio, un 149 por ciento más que en el gobierno de Fox; 206, más que en el de Calderón y 97 que en el de Peña Nieto.
Le escucharemos decir de la bondad de que el Ejército regrese a las calles a cumplir labores de seguridad, pero no se reconocerá el fracaso de la Guardia Nacional, que no ha tenido el éxito esperado en su convocatoria de reclutamiento y en su operación como cuerpo de seguridad.
2019 y 2020 han sido los años que más mortalidad han tenido en México, contados los más de 62 mil muertos por la pandemia, puesto que más de 122 mil mexicanos han fallecido en ese lapso, sin que el gobierno pudiera hacer algo por evitarlo.
Y ya que de la pandemia hablamos, el presidente esta seguro que México será ejemplo mundial de cómo enfrentó la infección del Covid-19, porque su principal misión ha sido el mantener los hospitales con camas disponibles. Desde luego no reconocerá que las primeras acciones fueron tardías y los mensajes encontrados.
Tampoco escucharemos una visión de futuro, porque los visos económicos para México están puestos en el pasado. En ese Mexico del monopolio energético, en el México paternalista que niega el esfuerzo de un pueblo por salir de los problemas que lo aquejan por sí mismo.
Lo que si escucharemos es que vamos hacia una utopía que nos lleva a caminar para buscar un ideal, a ese México soñador y pleno de esperanza…