Siempre es un honor acompañar al presidente en las buenas y en las malas. Cuando se cree en un proyecto es muy difícil abandonarlo, en especial cuando gracias a la lectura y al estudio constante una persona se percata de los daños que han hecho gobiernos neoliberales. Hay que recordar que los seres humanos se crean ideologías y convicciones para toda su vida.
En un ambiente feliz, lleno de amor y logros, nos reunimos el pasado 1 de diciembre, desde el Palacio de Minería hasta el zócalo, donde por más de una hora escuchamos con atención el mensaje de nuestro mandatario de izquierda, Andrés Manuel López Obrador. Con miles de personas, el presidente señaló la importancia de que el ejército se haga cargo de la distribución de medicamentos para evitar la falta de insumos y evitar corruptelas al interior de estas dependencias dedicadas a la salud.
Aunado a esto, se conversó sobre la Iniciativa de Decreto para la nueva Reforma Eléctrica, que consta de la modificación a los artículos 25, 27 y 28 de la Constitución, y, 9 transitorios, donde la iniciativa privada obtiene una participación del 44 %. En contraste, la CFE será la encargada de la producción y despacho del 56 % de la energía generada por México. También se extinguirán los organismos que ayudaban a acotar funciones de la CFE, así como aquellos que beneficiaban directamente a productores privados; por ejemplo, a la Comisión Reguladora de Energía o a la Comisión Nacional de Hidrocarburos.
Auguró el crecimiento económico después de la pandemia y celebró contundentemente el no endeudarnos, así como no caer en el aumento de impuestos. Además de que aplaudimos en conjunto el combate a la infodemia, a la labor de las Fuerzas Armadas como un apoyo para su gobierno evitando la opresión a la sociedad y a la violación de leyes.
Es importante recalcar que la manera más sabia para pacificar al país, es tener tranquilidad de conciencia, predicar con valores culturales y espirituales. Y en lo personal, me quedo con esta frase: «Ser de izquierda es anclarnos en nuestros ideales y principios, no desdibujarnos, no zigzaguear. Si somos auténticos, si hablamos con la verdad y nos pronunciamos por los pobres y por la justicia, mantendremos identidad y ello puede significar simpatía, no sólo de los de abajo, sino también de la gente lúcida y humana de clase media y alta, y con eso basta para enfrentar a las fuerzas conservadoras, a los reaccionarios». Por esto, desde mi trinchera seguiré informando de la Cuarta Transformación.