La vida critica del oso polar, su hábitat y alimento desaparecen

Foto: Agencias

Según un informe publicado en Nature Climate Change en 2020, esto podría provocar la extinción de este animal

 

Septiembre 30, 2022.– De acuerdo con el informe publicado por Nature Change de 1,200 osos polares existentes en la década de los 80’s en el oeste de la bahía de Hudson la población se ha reducido a unos 800 en la actualidad.

Cada año, desde finales de junio, cuando el hielo desaparece, se ven obligados a un ayuno cada vez prolongado y peligroso para esta especie.

En la Bahía canadiense de Hudson, en pleno verano, los últimos pedazos de hielo son como confetis en el agua azul.

“Lejos de la banquisa, y de sus presas, las focas, de poco les sirve el pelaje blanco para camuflarse. A su alrededor, la costa es casi plana, con rocas, hierbas altas, sauces con flores violetas, y árboles endebles que luchan contra el viento para crecer.” Señala la publicación.

Y es que Cada año, desde finales de junio, cuando el hielo desaparece, se ven obligados a vivir a la orilla de la bahía y a ayunar.

Una vez en tierra firme, «los osos suelen tener muy pocas opciones para alimentarse», explica Geoff York, biólogo de Polar Bear International (PBI).

Este estadounidense acude varias semanas al año a Churchill, un pueblo a las puertas del Ártico en la provincia canadiense de Manitoba, para ver cómo evoluciona este animal en peligro de extinción.

Describe que se puede ver a los osos fácilmente, desde vehículos todoterrenos adaptados a la tundra o desde lanchas en la Bahía de Hudson.

En el Ártico el calentamiento global es tres veces más rápido que en otras partes del mundo, o incluso cuatro veces, según los estudios más recientes.

Poco a poco la banquisa, es decir las placas de hielo flotantes que constituyen el hábitat del oso polar, va desapareciendo.

Fue lo que le ocurrió a una osa y su osezno, cerca del puerto de Churchill, autoproclamado la «capital del oso polar».

El límite fuera del hielo «para las hembras, encargadas de alimentar a sus crías que amamantan hasta los dos años, ronda los 117 días» frente a los 180 de los machos, cuenta el estadounidense Steve Amstrup, científico jefe de PBI.

El número de nacimientos disminuye y cada vez es más raro que las hembras tengan tres crías, como solía ocurrir antes.

Un mundo decadente que Geoff York, de 54 años, conoce muy bien después de haberse pasado más de 20 años recorriendo el Ártico para la organización ecologista WWF y luego PBI.

Dos décadas salpicadas por alguna que otra cicatriz, como la que le dejaron en la pierna unos colmillos durante una captura en Alaska. O sustos, como aquella vez que se dio de bruces con una hembra en una guarida que pensó que estaba vacía. Aquel día este hombre tranquilo gritó «más fuerte que nunca».

Los últimos estudios demuestran que el fenómeno es reversible. “Si un día conseguimos que las temperaturas bajen de nuevo, el hielo marino volverá», explica el científico.
Sin embargo, hoy en la región «todos los ecosistemas, sin excepción, se ven afectados» por los efectos del calentamiento global, explica la bióloga Jane Waterman de la universidad de Manitoba.

El permafrost, suelo que permanece congelado durante dos años consecutivos, ha comenzado a derretirse y en Churchill el paisaje ha cambiado, con consecuencias nefastas para la vida silvestre.

Toda la cadena alimentaria se ve amenazada con la aparición de otros animales como los zorros rojos o los lobos que ponen en peligro a las especies árticas.

Según la científica canadiense, «nada se salva del cambio», desde los virus o las bacterias hasta las ballenas.

La ausencia de banquisa impide que el fitoplancton sobreviva y, por lo tanto, que alimente el zooplancton, que nutre a los peces grandes», explica la científica de Raincoast Conservation Foundation.

Los científicos están alarmados porque muy lejos de la banquisa, este verano boreal se vio a una beluga en el río Sena, en Francia, y en mayo a un oso polar en el sur de Canadá.