Una costumbre que une fe, simbolismo, culturas y dulzura cada 6 de enero
La Rosca de Reyes, que hace las delicias de chicos y grandes, es una tradición que ha perdurado a lo largo de los siglos. Tiene sus raíces en la Edad Media (siglo XIV) en países europeos como Francia y España. Con la llegada de los colonizadores, esta costumbre se introdujo en México, donde ha adquirido un profundo significado cultural y religioso que perdura hasta nuestros días.
Se dice que la forma circular de la rosca simboliza el amor eterno de Dios, que no tiene principio ni fin. Su decoración con frutas cristalizadas representa las joyas incrustadas en las coronas de los Reyes Magos, mientras que el muñeco escondido en su interior alude al Niño Jesús, quien fue ocultado para protegerlo de la persecución del rey Herodes.
Es de las mayorías sabido que quien encuentra la figura del Niño Jesús al partir la rosca asume la responsabilidad de cuidarlo y presentarlo el 2 de febrero, Día de la Candelaria, una fecha en la que se comparten tamales y atole en familia y con la comunidad.
Según la tradición cristiana, los Reyes Magos —Melchor, Gaspar y Baltazar— viajaron desde Oriente guiados por una estrella para rendir homenaje al Niño Jesús. Al llegar a Belén, le ofrecieron tres regalos: oro, incienso y mirra, símbolos de realeza, divinidad y sacrificio. Este encuentro, conocido como la Epifanía, inspira tanto la forma como el significado de la Rosca de Reyes.
La rosca no solo es un pan lleno de simbolismo, sino también de sabores que varían según la región. En México, las frutas cristalizadas que la adornan provienen de una rica producción agrícola como la naranja, limón, higo y cereza.
Estos ingredientes aportan color y sabor al pan, convirtiéndolo en una experiencia única para quienes lo disfrutan.
La magia del 6 de enero
La celebración no se limita a la rosca. En México, la madrugada del 6 de enero es esperada con ilusión por los niños, quienes reciben regalos de los Reyes Magos, en representación de los obsequios que llevaron al Niño Jesús.
Así, la Rosca de Reyes trasciende su papel como un simple alimento, convirtiéndose en un puente entre la fe, la tradición y la convivencia familiar, reafirmando la riqueza cultural de México y el mundo.