Gabriela Mistral. Primera mujer latinoamericana en recibir el Premio Nobel de Literatura

Elvira Hernandez Carballido

Bellas y Airosas/Elvira Hernández Carballido

Hija de un pueblo nuevo, saludo a Suecia en sus pioneros espirituales por quienes fue ayudada más de una vez. Hago memoria de sus hombres de ciencia, enriquecedores del cuerpo y del alma nacionales. Recuerdo la legión de profesores y maestros que muestran al extranjero sus escuelas sencillamente ejemplares y miro con leal amor hacia los otros miembros del pueblo sueco: campesinos, artesanos y obreros.

Por una venturanza que me sobrepasa, soy en este momento la voz directa de los poetas de mi raza y la indirecta de las muy nobles lenguas española y portuguesa. Ambas se alegran de haber sido invitadas al convivio de la vida nórdica, toda ella asistida por su folklore y su poesía milenarias.
Dios guarde intacta a la Nación ejemplar su herencia y sus creaciones, su hazaña de conservar los imponderables del pasado y de cruzar el presente con la confianza de las razas marítimas, vencedoras de todo.

Con estas palabras, el 10 de diciembre de 1945, Gabriela Mistral recibió el Premio Nobel de Literatura. De esta manera, se convertía en la primera mujer de América Latina en recibirlo y la quinta mujer en el mundo a quien se le otorgaba este reconocimiento. Escuchó la noticia en la radio -se encontraba en Palestina-, estaba sola, primero quedó aturdida, luego cayó de rodillas y llorando agradeció a Dios.

Queremos recordarla en este mes porque ella nació el 7 de abril 1889, en el Valle del Equil. Su verdadero nombre fue Lucila de María Godoy Alcayaga., pero desde esos primeros intentos, publicó con el seudónimo de Gabriela Mistral. ¿Por qué tomó esta decisión? Lila Zemborain especula que pude deberse a que la poeta tenía conciencia clara de la subordinación e imposición que arrastraba en su nombre verdadero y al tener conciencia de la esclavitud latente en sus apellidos, prefirió comenzar su carrera literaria escondiéndolos. Aunque resulta curioso la infinidad de versiones en torno a esta decisión, incluso se dice que el apellido lo eligió por su amor al viento. Zemborain afirma: “El seudónimo funciona para Gabriela Mistral como un “nombre de poder”, deliberadamente elegido, con el cual se renuevan la ascendencia, el lugar de nacimiento y las figuraciones genéricas, para establecer la primacía de la persona literaria, la persona profesional, sobre la persona familiar”.

En 1922 publicó “Desolación”, su primer libro, poco a poco su poesía fue reconocida y su trayectoria estuvo llena de reconocimientos.

…en sus poemas predomina ese oculto ruego por alguien, por algo, como si no se atreviese a rogar por sí misma, ya que, teniendo el don de la poesía, se sentía ya por ello superior al resto de los seres mortales. La encontramos de ese modo implorando por los judíos, a quienes ella admiraba, pues hay cierto tono a veces en sus poemas de la sobriedad, de lo arcaico y lo adusto del pueblo judío. La Mistral fue de las primeras poetisas contemporáneas que sintió inclinación hacia la naturaleza sin artificios, sin afeites.

En 1923 visitó México para apoyar a José Vasconcelos en sus reformas educativas. Fue descrita de la siguiente manera por la periodista mexicana Esperanza Velázquez Bringas:

No hay de superficial ni en ella ni en su poesía; hasta las líneas de su rostro son fuertes y serenas. Tiene la sobriedad y la perfección de un fruto maduro. Qué espíritu más elevado tiene esta mujer que ha llegado a la altura con una sonrisa de humildad entre los labios y una mirada de suprema indulgencia en sus grandes ojos verdes.

Cuando ella habla, nos olvidamos de que es la poetisa chilena que ha escrito bellísimos volúmenes, y vemos únicamente a una mujer símbolo cuyo corazón está con los que sufren, con los que hace tanto tiempo luchan por un mejoramiento económico, intelectual y social. Gabriela Mistral tiene un cerebro de hombre; pero es toda una mujer.

Su producción literaria empezó a crecer y a ser reconocida por los críticos, pero sobre todo por la gente común. Su última obra fue “Lagar I”, en 1954. Mucha de su poesía forma parte de textos escolares de educación primaria, pero también de antologías donde se reconoce su calidad, su sensibilidad y emotividad.

Otra gran pasión en su vida fuer la docencia, ella realizó también una destacada labor en la educación, fue tan importante que se dice que alcanzó una especie de “aureola de la maestra ideal”, ya que sus libros, la forma de tratar a sus grupos y hasta sus poemas la aproximaban de manera muy estrecha a cada alumno y a cada alumna.

Su vida personal estuvo marcada por una gran tragedia en 1943, el suicidio de su sobrino Juan Miguel Pablo. Catorce años vivió con ese luto en el alma, el 10 de enero de 1957, a los 67años de edad Gabriela Mistral murió de cáncer en el páncreas. En Chile, se declaró oficialmente tres días de duelo nacional. El terreno donde está su tumba fue donado por los hermanos Somerville. La gran figura que representa para la literatura mundial, fue determinante para que el lugar pasara del olvido al reconocimiento en 2005 que hoy se conoce como “Camino a Gabriela Mistral”. Es un gran Mausoleo, considero monumento nacional, rodeado de montañas y ubicado en la cima del pueblo de Montegrande del Valle del Elqui.  A lo largo del camino que lleva al mausoleo hay una serie de placas que le rinden homenaje. Son de organizaciones, personajes que declararon su admiración por ella o poemas que le han escrito. Destaca la placa donde se indica que los restos de su sobrino, en 2005, fueron exhumados y traídos a este lugar y otra más está colocada al centro del monumento donde se indica que fue Premio Nobel de Literatura.

“Del nicho helado en que los hombres te pusieron, te bajaré a la tierra humilde y soleada.  Que he de dormirme en ella los hombres no supieron,

y que hemos de soñar sobre la misma almohada.

Te acostaré en la tierra soleada con una dulcedumbre de madre para el hijo dormido, y la tierra ha de hacerse suavidades de cuna

al recibir tu cuerpo de niño dolorido.

Luego iré espolvoreando tierra y polvo de rosas y en la azulada y leve polvareda de luna, los despojos livianos irán quedando presos.

Me alejaré cantando mis venganzas hermosas…”