Los retos migratorios e inmigratorios de Ronald bajo las órdenes de Donald

En Tijuana, como en el resto de la frontera norte, crece el número de indocumentados repatriados o quienes buscan «el sueño americano» por una mejor esperanza de vida.

Por: Luis Felipe Hernández

*Tijuana, Baja California.-* Una de las incertidumbres que, últimamente, más ruido se ha generado en el mundo de la diplomacia en México desde el pasado 20 de enero cuando Donald J. Trump regresó al Gobierno de Estados Unidos, es: ¿Cuándo llegará a México Ronald Harold Johnson a ocupar su cargo como Embajador de Estados Unidos?

Me encuentro en Tijuana, Baja California, «donde empieza la patria», como dice su eslogan. Una ciudad donde los más de tres mil 400 kilómetros de longitud y casi diez metros de alto del muro fronterizo es motivo de fotos y selfies, de parte de los turistas; pero también, es una pared de denuncias, grafitis y hasta tendedero de miles, por no decir diezmiles o quizá cienmiles de indocumentados, principalmente de Centroamérica y de algunas zonas pobres de extrema pobreza de nuestro país.

Me acerco a Martín, un hombre guatemalteco de casi 60 años, con una barba blanca mal cuidada y con un desagradable aliento en su hablar. Me muestra su dedo medio de su mano izquierda el cual fue tuzado a la mitad: «¿Ve ese cable alámbrico? lo toqué mientras quise pasar (del otro lado) y me soltó una descarga, ahí perdí mi dedo», me cuenta.

Martín, desde hace un año, me asegura haber intentado pasar tres veces a Estados Unidos pero no lo ha logrado. La fuerte corriente del mar, el ya mencionado alambre de alto voltaje, han sido algunos obstáculos que le impiden cruzar, pero no cesará en su intento «de encontrar un trabajo» y buscar a su compadre Daniel «que ya hace su vida allá y le va muy bien ganando en dólares», me dice.

Kilómetros más adelante, en el mismo muro sorprende una instalación performática en la que cuelgan brasieres, pantaletas y hasta algunas toallas sanitarias. «Eso lo acaban de hacer unas artistas como especie de homenaje a las mujeres que intentan cruzar y mueren en el intento. Parece que son las prendas encontradas en maletas o campamentos donde están quienes se quieren pasar», me dice William, conductor mexicano de un Uber. Casualmente, dicha instalación, a su vez artística, a su vez de protesta, ya había desaparecido.

Y si, aquí en Tijuana, una ciudad que ha crecido cultural, social y económicamente en los últimos años, no pasa desapercibido el tema de la migración e inmigración. En la zona céntrica no hay calle donde convivan los locales y turistas con aquellos estadounidenses y canadienses que lograron pasar a este lado mexicano legalmete y con quienes han sido repatriados o buscan llegar «al otro lado».

De México y EEUU, Presidentes van, Presidentes vienen, y ahora Presidenta; Embajadores van, embajadores vienen; la migración a Estados Unidos es un tema complejo con muchas causas y consecuencias. La búsqueda de mejores oportunidades económicas, la reunificación familiar y la huida de conflictos o persecuciones son algunos factores que impulsan la migración al vecino país del norte. Según el gobierno norteamericano, en todo el territorio yanqui viven y trabajan más de 20 millones indocumentados.

La nueva Ley de Migración del Presidente Trump y que, segun estadísticas, en lo que va de su cuatrienio registra mil deportaciones diarias, es un infierno al que se enfrentan aquellos que, suertudamente, lograron pasar y enfrentarán aquellos que intentan e intentarán hacerlo.

Ron Johnson, Embajador designado de EEUU en México, tendrá muchos retos que afrontar en materia migratoria. Obviamente tendrá que seguir la política de su jefe Trump, pero deberá de buscar negociar con el Gobierno Mexicano el freno de la inmigración.

A inicios de este abril, cuando fué ratificado, Johnson dijo tener como prioridades la seguridad y migración entre ambos países.

Cuando fue Embajador en El Salvador, logró negociar la extensión del Estatus de Protección Temporal que benefició a 250 mil salvadoreños residentes en Estados Unidos.

Además, llevó a cabo acciones para combatir la migración ilegal como el despliegue de integrantes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas y de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza. Solo que hay un ‘detalle’: El Salvador no hace frontera con Estados Unidos y México sí.

Mientras tanto, a la espera del nuevo Embajador estadounidense y las medidas a implementar, Tijuana, como el resto de los municipios mexicanos colindantes con la frontera norte, sigue siendo esa antesala de una mejor vida o, en peor de los casos, la muerte olvidada.