Playa Nudista: El fenómeno Zipolite

La práctica del nudismo en México ha crecido en los últimos años que podría ser una oportunidad de oro de que gobiernos e iniciativa privada generen altas derramas económicas en los lugares donde se practica

Por: Luis Felipe Hernández Beltrán

Playa Nudista, nombre que le da título a esta nueva columna que Énfasis me brinda el espacio de redactar con toda libertad de expresión, temas de la industria turística, diplomática y uno que otra materia de información general.

Y si, metafóricamente, playa nudista es disfrutar de un turismo libre, pero responsable: ‘libertad si, libertinaje no’, dejando al cuerpo al natural, autoaceptándolo, libre de prejuicios, pero consciente de la responsabilidad que implica el mostrarlo desnudo en pleno convivio con otros entes tan iguales como uno.

En ese sentido, el turismo nudista, que en México tiene su origen con el movimiento hippie de los años 60, cuando los practicantes de esta filosofía de vida vieron en la playa de Zipolite, municipio de San Pedro Pochutla, Oaxaca, el lugar ideal para despojarse de sus prendas de vestir, estar en contacto con la naturaleza, a gusto, sin la presión y condena judicial y social.

En 2007, justo un año después del performance del artista neoyorquino Spencer Tunick en el Zócalo de la Ciudad de México, al fotografiar a más de 18 mil personas desnudas, parteaguas en el auge del nudismo en nuestro país, acudí a Zipolite en plena temporada vacacional de verano. En autobús, saliendo de la Terminal de Autobuses del Sur de la CDMX, un viaje de más de 24 horas hasta Pochutla y luego una incómoda ‘chivera’ de media hora, aguardaban la desesperación por ver aquella mítica marina…

Y bastaron cuatro días y tres noches para constatar la soledad de su playa, sin dejar de mencionar su salvaje oleaje, que en su más de kilómetro y medio de punta a punta apenas asomaban a lo mucho cien personas, 20 de estas, nudistas que discreta y tímidamente salían a disfrutar del contacto de su desnudez con el sol, la arena y el mar. Además de no más de diez hoteles, de entre diez y 15 habitaciones, y de dos a tres tiendas de abarrotes que, a la antigüita, enfriaban los refrescos y cervezas en contenedor, tipo tarja, al que se le ponía un enorme bloque de hielo.

Con el tiempo, el auge del internet con las redes sociales; del salto a la vida pública de promotores, hombres y mujeres mexicanos, del nudismo; de proyectos performáticos que incluyen la desnudez humana, han hecho que Zipolite pase de ser esa humilde playa a un centro de convivencia multitudinaria. Ahora, suman hasta 50 hoteles de todo tipo de economías, incontables plataformas de alojamiento y otros servicios turísticos como restaurantes, tiendas de souvenires, taxis o quienes brindan servicios de transporte independientes, excursiones, entre otros. Detalles que hace 17 años era impensable ver en un lugar con apenas 40 mil habitantes.

Desde hace diez años, con la autorización del Gobierno estatal de Oaxaca y del Gobierno municipal de San Pedro Pochutla, cada inicio de febrero durante el puente de la Constitución Mexicana es la sede del Festival Nudista, actualmente Encuentro Nudista, contabilizando hasta cinco mil participantes de todas las edades de diversas partes del mundo quienes participando en variadas actividades lúdicas, culturales y deportivas abarrotan este poblado dejando una cuantiosa derrama económica en toda la cadena de valor turística del lugar.

Sin embargo, Zipolite, la única playa oficial para la práctica del nudismo, ya es una opción más para andar ‘encuerado’ en México. Recientemente, en Tehuixtla, Morelos, se encuentra el hotel Luz de Luna, cuyo única advertencia para disfrutar de sus instalaciones es estar al natural. Además de casas de descanso, restaurantes, centros nocturnos, entre otros lugares privados que son rentados por promotores nudistas para reunirse y convivir al desnudo… eso sí, muy clara la regla: sin fines ni connotaciones sexuales.

El turismo nudista, de estar oculto a inicios del siglo XXI, a la fecha va tomando relevancia en México y más con movimientos como el Día al Desnudo, que el próximo 24 de mayo, por cuarto año consecutivo, se celebrará en Guadalajara, Jalisco; y el 31 de mayo, por tercera ocasión, en la CDMX. No descarte usted, que en quizá dos años, o menos, el nudismo esté tolerado en playas y espacios públicos y cada vez más se abran nuevos recintos donde estar ‘al natural’ sea algo normal. La apuesta por generar opciones para los practicantes de este estilo de vida debe llegar a todos los órdenes de gobierno e iniciativa privada, quienes, siguiendo el ejemplo de Zipolite, podrán asegurar el éxito económico, mediático y turístico local, nacional e internacional que esto representa.

Como dijera el reconocido fotógrafo mexicano Ulises Velázquez, cuyo eje de trabajo va enfocado a la desnudez humana, además de ser uno de los principales promotores del nudismo:

La desnudez social y familiar es una práctica positiva que socialmente ha ido ganado adeptos por el contexto histórico, social y antropológico que le precede; tanto internacionalmente, tanto más por el trabajo de colectivos que en México han fundamentado la práctica del nudismo como una actividad diversa e inclusiva, que busca la empatía entre personas no importando su sexo, género, orientación, preferencias, su edad y cualquier otra etiqueta que determine un contexto y circunstancias sociales.

El mayor conocimiento y visibilidad de esta expresión social cuando no es objetualizada o sexualizada ayuda al enriquecimiento del propio criterio, tanto conciencia personal, como colectivamente”.

Entonces, querida lectora, querido lector: ¿Se anima a experimentar el turismo nudista?