Marilyn Cote y la mitomanía

 “Los mitómanos no solo engañan a los demás; en muchos casos, terminan creyendo sus propias fabricaciones.”

Por:Kathya Moreno

El caso de la pseudo psiquiatra Marilyn Cote, ha estado circulando en los últimos días por las redes sociales, y es que no es para menos, ya que tratándose de la salud mental, aun en pleno siglo XXI existen paradigmas que alejan a las personas a atender los problemas mentales, y después de encontrarse con estafadores, charlatanes y personas con trastornos, (como es el caso de Cote) es difícil tener la certeza de en qué manos ponemos nuestra salud mental. Cote ya ha sido analizada por diferentes perfiles de profesionistas considerándola como una persona con esquizofrenia; sin embargo, hay algo en particular que ha llamado mi atención y es que también es una persona mitómana.

De acuerdo con el DSM V (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders) la mitomanía no considera como un trastorno, sino como un síntoma de otros trastornos de la personalidad o afecciones psicológicas. La mitomanía, o el hábito patológico de mentir, es una de esas realidades psicológicas que desafían nuestra comprensión de la naturaleza humana. No se trata de una mentira cualquiera, dicha con la intención de evitar problemas o manipular a otros. En los mitómanos, la mentira es un recurso vital, un refugio construido para sostener una narrativa que sustituye la realidad que les resulta insuficiente. Pero ¿qué lleva a alguien a vivir entre fantasías, y qué nos dice esto sobre nosotros como sociedad?

Los mitómanos no solo engañan a los demás; en muchos casos, terminan creyendo sus propias fabricaciones. Este autoengaño puede tener raíces en la infancia, en entornos donde se sentían insuficientes o desvalidos. La mentira se convierte entonces en un mecanismo de supervivencia, una forma de obtener aceptación o admiración, que en su mente parece inalcanzable a través de la verdad.

Lo fascinante y perturbador es cómo el entorno social también juega un papel crucial en la dinámica de la mitomanía. Vivimos en una era donde el éxito, la perfección y la admiración son aspiraciones omnipresentes. Sin embargo, la mitomanía cruza una línea peligrosa cuando las mentiras afectan a otros, minan relaciones o generan desconfianza. Como sociedad, debemos aprender a diferenciar entre empatizar con la necesidad de reconocimiento que subyace en estos comportamientos y tolerar el daño que pueden causar.

La mitomanía es un recordatorio de que la honestidad, por difícil que sea a veces, es el único camino hacia relaciones humanas verdaderas y un sentido de identidad genuina. Porque, en palabras de Friedrich Nietzsche, “no hay peor mentira que aquella con la que uno se engaña a sí mismo”.

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