Que lejos de la justicia social y que cerca de la tiranía

Hace ya algunos años, hice referencia al legado de Luis Donaldo Colosio, a su propuesta de transformación de país y, hoy quiero, nuevamente recordarlo, pues las cosas no solamente no han cambiado para bien en el país, sino, han empeorado drásticamente con el gobierno de la 4ª.T y sus seguidores. 

Hoy, a la luz de los acontecimientos que vive nuestro país; de la miseria galopante, de la arrogancia de la mayoría de nuestros gobernantes para tratar a sus gobernados y del desprecio a sus necesidades más apremiantes, de la ceguera o miopía política e insensibilidad de la clase social que actualmente ostenta el poder político, vienen a mi  memoria parte de los planteamientos esenciales que, en su momento, hiciera uno de los políticos mexicanos más importantes y humanitarios de nuestra época: Luis Donaldo Colosio Murrieta. El insigne político, como seguramente recordará la mayoría de los mexicanos, arrancó su campaña electoral en busca de la Presidencia de la República en la Huasteca hidalguense, “por ser símbolo del gran desafío que debemos resolver. La zona Huasteca nos muestra las tareas más urgentes que debemos realizar para consolidar la transformación de México”; así lo dijo en aquel memorable discurso del 10 de enero de 1994, en Huejutla, la capital de las huastecas. 

Colosio arrancó su discurso diciendo: “Al reunirnos hoy, lo hacemos trayendo nuestros anhelos, nuestras demandas, nuestras propuestas. Juntos hoy, desde aquí, desde el corazón de la Huasteca Hidalguense, lanzamos una convocatoria a todos los mexicanos para superar la pobreza, para superar la exclusión, para superar los rezagos, la marginación y la desigualdad”.  Esta reflexión de Colosio nos obliga ahora a preguntarnos: ¿cuántos de nuestros políticos actuales están realmente trabajando para que las cosas sean como propuso el líder sonorense; cuántos harán historia, al menos por un intento serio de acabar con la pobreza, la marginación y la desigualdad?  O, ¿a ese sueño también lo asesinaron las balas que dieron muerte a Colosio? Él decía: “La nuestra ha de ser una batalla a favor de la dignidad; la nuestra ha de ser una batalla a favor de las libertades, del bienestar de nuestros indígenas, del bienestar de nuestros campesinos, de todos los marginados del campo y de la ciudad”. Pero lo cierto es que, quien verdaderamente está dando esta gran batalla de la que hablaba el Lic. Colosio, en contra de muchas fuerzas retrógradas del país y en medio de una feroz campaña nacional y de represión física y administrativa, es Antorcha Campesina; hoy prácticamente ningún funcionario está empeñado en llevarla a la realidad. También señaló Colosio en aquel arranque de campaña que: “La pobreza no puede ser destino. Es la causa moral que nos llama a la unidad para superarla, es la que exige el diálogo, la que reclama la aportación de lo mejor de nosotros mismos”. Desgraciadamente sigue siendo el destino de ocho de cada diez mexicanos, y parece que a nuestros gobernantes no les preocupa mucho, por cuanto no se combate y porque es, a su vez, la causa de la riqueza de unos pocos. Y el diálogo sigue siendo, en la mayoría de las ocasiones, simple monólogo, donde habla el poderoso e impone su voluntad, sus tiempos y veredictos. 

Lee más de la autora: La caridad y el altruismo, ¿Resolverán la pobreza?

Y siguió diciendo el entonces abanderado del PRI: “Queremos promover el crecimiento de nuestra economía como medio para alcanzar el bienestar de nuestros compatriotas. Pero debe ser un crecimiento que genere empleos y que genere beneficios, y que éstos estén mejor distribuidos”. “Que no se nos olvide: sin una mayor justicia, sin una mejor distribución del ingreso, la economía se debilita y se cierra el camino del crecimiento. Pero sin una economía fuerte, no hay política social ni  eficiente ni duradera. Lo que hemos logrado hasta ahora lo tenemos que poner al servicio de los que menos tienen… Hoy tenemos condiciones para hacer del crecimiento una batalla decisiva contra la pobreza”. Mucho de esto, si no es que todo, ya lo olvidaron los políticos actuales, pero sigue siendo el gran pendiente de todo gobierno. Y dijo Colosio: “Nuestro punto de partida tiene que ser necesariamente el cumplimiento de los compromisos históricos consagrados en la Constitución, una educación básica de calidad a la que todos los niños y nuestros jóvenes tengan acceso; que los servicios médicos aseguren  a todas las comunidades y las familias; que la posibilidad de contar con una vivienda digna sea efectiva”. Todo esto es de una justeza innegable; sin embargo, seguimos viendo que los primeros en infringir la ley son precisamente los encargados de hacerla cumplir: la mayoría de los preceptos constitucionales que se refieren al bienestar de los mexicanos siguen siendo leyes de papel.

Y, un ejemplo de todos esos incumplimientos, olvidos y alejamiento real de los grandes propósitos de Luis Donaldo, podemos verlo en casi todo el país: sólo echemos un vistazo a lo que ha pasado en Hidalgo: mucha ha sido la espera y la paciencia del Movimiento Antorchista Hidalguense para que se atiendan las demandas y se cumplan los compromisos que el gobierno del estado asumió, a través de nuestra organización, con miles de campesinos, colonos y estudiantes. Todos los plazos que se dieron los funcionarios, sin mucha opción para nosotros, tuvimos que aceptarlos; todos los requisitos, toda la información requerida, toda, como les encanta decir a los funcionarios, la normativa fue rigurosamente cumplida […] Ningún avance. 

Finalmente, dijo Luis Donaldo Colosio en aquel significativo discurso del 6 de marzo de 1994, en el Monumento a la Revolución, con motivo del LXV Aniversario del PRI: “Yo veo un México con hambre y con sed de justicia. Un México de gente  agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla. De mujeres y hombres afligidos por abuso de las autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales”. “Veo a ciudadanos angustiados por la falta de seguridad, ciudadanos que merecen mejores servicios y gobiernos que les cumplan…”. Y lamentablemente, transcurridas ya casi tres décadas de vertidas aquellas palabras de gran realismo, seguimos viendo el mismo México atrasado, en espera de justicia social. Que lejos de la justicia social y que cerca de la tiranía.