Que no te cueste la cuesta

“La cuesta de enero” no desaparecerá, pero nuestra manera de enfrentarla puede marcar la diferencia….”

Por Kathya Moreno

Cada inicio de año, la llamada «cuesta de enero» se convierte en un tema recurrente en conversaciones, noticias y redes sociales. Sin embargo, más allá del evidente impacto económico, pocas veces reflexionamos sobre las implicaciones psicológicas que este fenómeno tiene en nuestras vidas.

La cuesta de enero no solo representa un desafío financiero; También es un período en el que la incertidumbre, el estrés y la frustración se apoderan de muchas personas. Tras el entusiasmo de las fiestas decembrinas, enfrentarse a la realidad de deudas acumuladas, gastos inesperados y un presupuesto limitado puede generar un profundo agotamiento emocional. Esto puede desencadenar sentimientos de ansiedad, irritabilidad e incluso síntomas depresivos en quienes se sienten incapaces de sobrellevar la presión.

Uno de los factores más nocivos es el ciclo de culpa y autosabotaje que suele activarse en esta época. Muchas personas se reprochan haber gastado más durante las festividades, olvidando que el contexto social y cultural fomenta estas conductas. La publicidad constante, la presión por cumplir con expectativas familiares y sociales, y la idea de que “en diciembre todo se vale” contribuye a decisiones económicas poco conscientes que, en enero, pasan factura emocional.

Además, la cuesta de enero llega en un momento de vulnerabilidad psicológica. El regreso a la rutina, la nostalgia por el fin de las celebraciones y la falta de luz solar típica del invierno (en muchas regiones) pueden acentuar la sensación de cansancio y desmotivación. Si a esto sumamos preocupaciones económicas, el resultado es un cóctel de estrés que afecta tanto la salud mental como las relaciones personales.

Pero no todo está perdido. Afrontar esta cuesta no requiere solo estrategias financieras, sino también una atención especial a nuestra salud emocional. Reconocer que es un periodo temporal, establecer metas alcanzables y pedir apoyo cuando sea necesario son pasos clave para manejar esta etapa con mayor resiliencia. Practicar la autocompasión también es fundamental: en lugar de culparte por el pasado, enfócate en cómo puedes construir hábitos más saludables y sostenibles.

“La cuesta de enero” no desaparecerá, pero nuestra manera de enfrentarla puede marcar la diferencia. Así como planificamos nuestras finanzas, es momento de priorizar nuestra salud mental, porque al final, lo que realmente define este inicio de año no es cuánto gastamos, sino cómo decidimos cuidarnos para seguir adelante.

Construyamos juntos la mejor versión de ti.

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