Pandemia y suicidio

Por Patricia González Miranda

Un tema que me tiene ocupada y preocupada a parte de las violencia en razón de género es el número de suicidios en el mundo y es de suma importancia el indagar de que es lo que realmente sucede dentro de la psique humana. Los números me paralizan y me dejan helada, 800 mil personas se suicidan en el orbe cada año y por cada muerte se estima por suicidio se estima que existen 20 intentos antes de terminar con la vida.

En datos de la Fundación Estadounidense para la Prevención del Suicidio, en EEUU por cada vida que se pierde hay 25 personas que intentan apagar su vida.

El suicidio es la segunda causa de muerte entre jóvenes de 10 a 18 años y en México en el año 2015 se suicidaron 2599 jóvenes en un grupo etéreo de 15 a 29 años edad y traigo a colación esta temática por el reciente suicidio de una joven en el país y la publicación de un medio de comunicación “El Reforma” en donde se observa el amarillismo intacto en sus notas. Y ahora con la pandemia, esta dinámica ha incrementado considerablemente.

Es interesante recalcar que el promedio de los niños con ideas suicidas es de 13 años y el 43% de los niños que intentaban suicidarse tienen una edad de 5 a 11 años y no existen médicos suficientes especializados en psiquiatría (menos de 17 psiquiatras por cada 100 mil niños) y en México sucede una situación similar.

La pandemia del COVID2019 llegó a incrementar a un 20% el suicidio en México siendo las población másvulnerable, jóvenes y niños

A lo largo del tiempo y desde su origen, el psicoanálisis se ha adentrado en el estudio de múltiples fenómenos, y el tema que actualmente le compete de forma ineludible es el suicidio en medio de la pandemia del COVID-19, donde ésta ha tenido un impacto avasallante en la población mundial. Actualmente se vive en un contexto que posibilita la interacción a distancia y los dispositivos tecnológicos permiten sostener esta experiencia, pero la ilusión de cercanía y convivencia (ilusión necesaria para algunos) impele al cuerpo y a su frágil estado de bienestar, ya que desde la virtualidad este cuerpo se juega desde la soledad, se piensa desde la enfermedad, el contagio y la muerte. En 1930, Freud señaló: “Existen tres fuentes de donde proviene nuestro penar: la hiperpotencia de la naturaleza, la fragilidad de nuestro cuerpo y la insuficiencia de las normas que regulan los vínculos recíprocos entre los hombres en la familia, el Estado y la sociedad” (p.85). En torno a la enfermedad nos dice Freud, sabemos que esta fuente de sufrimiento es inevitable: “Nunca dominaremos completamente nuestro organismo… será siempre una forma perecedera, limitada en su adaptación y operación” (1930, p.85). Lo anterior genera angustia y se enquista en la tercera fuente de dolor mencionada, donde surgen fenómenos potencializados por la pandemia: desempleo, violencia familiar, violencia laboral, violencia de género y discriminación por mencionar algunos. El otro es vulnerado y los elementos enunciados se suman generando desesperanza en la población en general.

La Dra. Cerna (2020),  profesora de la Universidad Iberoamericana, señaló que los jóvenes son altamente susceptibles a estos temores y ansiedades, lo cual ha incrementado el miedo ante la muerte propia, el miedo ante la muerte de seres queridos y el temor frente a un futuro incierto carente de recursos económicos para la subsistencia; el aislamiento, la violencia, la falta de actividad y de estímulos han hecho del suicidio una opción ante la desesperación y éste ha incrementado durante la pandemia (de acuerdo con estudios preliminares) un 43 por ciento entre jóvenes de 15 a 29 años de edad.

El suicidio es una realidad asociada al momento histórico-social, etimológicamente la palabra proviene del latín y se compone de sui, que significa “uno mismo”, y cidium, que se entiende como “matar, cortar”, es decir, el acto individual orientado a la destrucción propia, pero en el panorama actual, es fundamental pensar el suicidio desde una lógica diferente, donde la decisión aparentemente individual tiene que enmarcarse en el contexto específico de la pandemia. Por ello es fundamental analizar este fenómeno desde diferentes aristas: desde lo social, desde lo clínico, desde lo familiar, lo educativo y lo político para así hacer un esfuerzo por prevenirlo.

*En colaboración con Andrea Galván Martínez Servín, Psicoterapeuta Especializada en el Trabajo con Adolescentes.